Assad Harri se suma a Dust Trax con un truly banger sin concesiones, y aprovechamos el título del tema, Tolerancija para lanzar una reflexión en clave Techno de lo que significa, en un contexto de ruido mediático (rollo I wanna be a famous techno DJ, aunque ello sea en sí mismo un oxímoron) y predomine en muchos espacios y frecuencias un Techno más malo que el inglés de Rajoy b2b Aznar b2b Feijóo, el tridente del sopor político que toleramos como buenos demócratas pero que nos da, literalmente, vergüenza ajena y sopor intelectual.

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Tolerancija by Assad Harri [Dust Trax 033] — Noviembre 2023.

Poco importa si son 100 los asistentes o 10.000, o 100.000. Poco importan el número de seguidores en redes, el caché del artista, las estrellas del hotel donde se aloja, o si este tiene SPA, unas termas romanas kitsch rulez o sencillamente una ducha al uso en la habitación individual. En el mundo del techno, el que muchxs amamos, lo importante es estar ahí, unido con esos 100 o 100.000, disfrutando lo que emerge de los altavoces como si de un mensaje venido de muy lejos, con toda la intensidad del que busca al fin una conexión real con nuestra todavía aislada especie, dueña de este planeta (con bastantes malos modales, tenemos que asumirlo), pero todavía sola en el Universo conocido.

En un mundo en el que una gran mayoría de mortales se ve empujado a confundir su presencia en este mundo con esculpir lo que comúnmente llamamos ego de la manera más llamativa, estridente y exuberante posible, se habla mucho más de resiliencia que de tolerancia. Sin mirar la RAE, es relativamente obvio que la resiliencia es la capacidad de aguantar, con cierto buen tono, los problemas de la vida que, sin embargo, como Buddha ya avisó hace ya unos cuantos milenios, la mayoría de los problemas de la vida vienen al forzar el ego. Si os soy sincero, la palabra tolerancia me parece mucho más potente, porque tolerar es no sucumbir ante la ira de nuestro propio ego cuando el otro tiene el suyo precisamente desbocado. Ya sea porque el artista de turno pide un hotel de cinco estrellas (aún a sabiendas de que es la primera edición de un festival independiente con el que está negociando su agente), unos Pioneer CDJ-3000 (que costarán de alquiler lo mismo que ganará el booker del festival por un año de curro) o, sencillamente, tolerar que los festivales en los que la música Techno McDonald's (llena de grasa, edulcorantes, espesantes y todo tipo de atributos artificialmente introducidos para que el track reviente tus oídos y tus neuronas del mismo modo que una burger del McDonald's se recrea con tu hígado y sistema digestivo) llenan a precios escandalosos mientras que propuestas honestas y hechas con cariño caen por falta de recursos y porque no tienen el comodín del sacar el fajo de billetes.

Tolerancija, tan suculento como una smash burger (también se acepta que esté hecha con heura) y tan pegadizo como un track de pop en clave techno, surge de la mente imparable y creativa de Assad Harri, productor de Bosnia y Herzegovina cuya verdadera resiliencia ha sido crecer en un país marcado por la guerra y que ha luchado con todos sus medios para poder dedicarse a la música, al Techno, tolerando que otros saquen tracks mucho más mediocres, o hechos directamente por ghost producers, y ganen una millonada por hacer sets de copy-paste trufados de neo-rave de pacotilla ante festivales que gastan solo marketing lo que otros festivales más humanos y pensados a escala humana utilizan para todo el evento en sí.

Que toleremos no significa que nos guste lo que toleramos sino que, sencillamente, sabemos el valor que tiene sentir algo for real, lo que cuesta llegar a ello, estadio que, una vez alcanzado, tiene tanto valor en sí mismo que con ello no se puede mercadear. Solo cerrar los ojos, sonreír, y bailar.