Ken Ishii: «Me quedaba con todo el techno de importación llegado a Tokyo a comienzos de los noventa»
Mientras que el techno seguía siendo un fenómeno minoritario en Occidente, en Japón era totalmente desconocido. Ken Ishii, atraído por las máquinas que producían esos sonidos, fue uno de los contados chavales que se interesó por el fenómeno y en pocos años sus temas sonaban en R&S y Plus 8. En su paso por Barcelona para pinchar en lo más alto de la ciudad desde la Torre de Collserola, entrevisamos al artista nipón fundador de 70Drums.
Vanity Dust: Llevas más de 20 años dedicándote a la música electrónica y tanto en Japón como alrededor del mundo eres considerado una de sus figuras iniciáticas. En una conversación reciente con Derrick May, en vez de mirar el pasado, él te preguntaba por tu presente y futuro. ¿Cuál es tu manera de dibujarlo y cómo ves en perspectiva la trayectoria que has trazado?
Ken Ishii: Lo cierto es que nunca planeé ser DJ ni dedicarme a la música electrónica. Tampoco me he dedicado nunca a planear el futuro más allá de lo que me deparan los próximos seis meses o, a lo sumo, el año siguiente. Por cómo se ha ido desarrollando lo que he hecho, me siento muy afortunado. He disfrutado con todos los proyectos que he emprendido, ya fuesen de mayor o menor envergadura, y he puesto mi dedicación al 100% en todo lo que he hecho. Nunca me he aburrido con mi trabajo y quiero continuar haciéndolo. Rehuyo caer en el exceso de optimismo, pero después de tanto tiempo estoy contento de seguir aquí.
¿Cómo has afrontado aquellos momentos que consideras cruciales dentro de tu trayectoria?
En los inicios, mis esfuerzos se centraron en trabajar cada vez de manera más y más profesional. Al dedicarme profesionalmente a la música y a pinchar sin haberlo tan siquiera tenido en cuenta, tuve mis dificultades. A partir de ahí, intenté ir afrontando las cosas como un reto, una por una. Procuraba ir superando los retos uno a uno, detenidamente, esa fue la manera que me permitió avanzar. En algunos momentos, eso sí, tuve miedo de no poder lograrlo. Ahora, para mantenerme estimulado, pruebo con nuevos proyectos cada cierto tiempo.
¿Como la app que hiciste hace algún tiempo?
Sí, por ejemplo. Unos amigos me lo propusieron y lo hice con ellos. Era como un juego basado en la música. Sigo abierto a este tipo de propuestas. ¡Aunque cada vez me da más pereza seguir los cambios tecnológicos!
Dentro de los estímulos que te mantienen despierto, ¿tu sello 70Drums sigue siendo relevante?
Me sirve como plataforma para mis álbumes, principalmente. Para los EPs, que suelo enfocar más a la pista, voy colaborando con otros sellos. 70Drums me permite tener la libertad para poder sacar trabajos más extensos y con canciones más variadas.
Tanto 70Drums como tus dos décadas en la escena sois una referencia para los jóvenes que se adentran en la electrónica y buscan en sus raíces. Frecuentemente hablas de las generaciones más jóvenes, aunque los cambios de consumo cultural son cada vez más vertiginosos. ¿Cuál es tu visión acerca de los intereses e inquietudes de los que recién empiezan a interesarse por lo que haces?
En los clubes, es donde suelo encontrarme con más djs jóvenes que son los residentes. A nivel más general, creo que los chavales de ahora están más influenciados por cosas más comerciales, como el EDM. En lo personal, sigo recibiendo muchos mensajes que comentan mis trabajo como productor de techno, pero también en otros campos. Por ejemplo, mi música también se encuentra bastante presente en la escena de los videojuegos, por eso hay gente que en la industria menciona mi nombre y mis trabajos. En Japón, salvo excepciones puntuales conocidas, diría que la escena techno no es tan activa como lo fue con su explosión a finales de los noventa.
Es curioso, porque en Europa, con centro en Berlín, el techno ha tenido como una nueva expansión, en especial a mitades de la década pasada.
Sí, creo que Berlín es ahora como el Londres de los noventa. En cuanto a nombres españoles, suelo pinchar también mucha música de la que recibo, incluso de nombres jóvenes no tan conocidos. Volviendo a la escena japonesa, Japón suele seguir lo que ocurre en Europa con un poco de retraso, así que quizás en uno o dos años viviremos una nueva expansión del techno. Porque es cierto que, en Europa, el techno ha regresado con fuerza y energía. Hasta hace pocos años el punto medio entre el hard techno y el minimalismo más lento había desaparecido. Musicalmente hablando, creo que las producciones actuales tienen un nivel muy alto. La calidad y la exigencia han subido muchísimo. Gracias a eso, el dinamismo se mantiene.
Mientras las producciones se perfeccionan, el regreso de los sonidos y máquinas antiguas también está teniendo lugar. Encontramos las Roland y las máquinas analógicas tanto en nuevos lanzamientos como en los directos. El vinilo también mantiene su vigencia, de hecho recuerdo haber leído en los comentarios de tu Boiler Room de Berlín. Un seguidor hablaba del placer de escuchar las texturas de tus vinilos.
Creo que los cambios en la música suceden formando círculos, y el movimiento actual hacia lo analógico es interesante. A mí, de adolescente, lo que me llamó la atención de la música electrónica fueron los teclados y el hardware que no provenían de un ordenador. Si solo se hubiese tratado de ordenadores, quizás no me habría sentido tan atraído como me ocurrió con los cacharros.
Las máquinas y los sonidos de la época inicial son indisociables de Detroit. Entre otros, me vienen a la cabeza Octave One.
¡Hace justo unas semanas toqué con ellos! Son hermanos, su directo es impresionante y tienen un despliegue de máquinas espectacular.
¿Y cuál es tu relación con el vinilo?
Suelo pinchar en digital, pero suelo traer conmigo algunos vinilos que me gusta pinchar, los que considero «mis clásicos». Algunos los compré hace veinte años.
En tus inicios, llegaste a publicar en el sello Plus 8, el primer proyecto de Richie Hawtin. Por aquel entonces, supongo que recibir material de alguien de Japón no era algo demasiado frecuente y por eso tampoco te sería tan difícil como quizás lo es hacerlo ahora.
En realidad, ¡contactarles fue muy fácil! Yo sabía bastante bien lo que ocurría en la escena europea y norteamericana porque compraba las revistas de importanción. Era bastante raro que la gente de mi país las comprase. Las revistas inglesas costaban unas 2 libras en el país y yo pagaba algo así como 15 al cambio. En aquel momento había muy pocas tiendas que tuviesen este tipo de música, y yo era uno de sus escasos clientes. Creo que compré prácticamente todo el techno que esas tiendas importaban. En los inicios, diría que eramos 5 clientes en Tokyo que comprábamos techno de Detroit.
Mandé una cinta a R&S y me contestaron. Me dijeron que tenían mucha curiosidad por mi música. Por aquel entonces, nadie sabía exactamente qué es lo que ocurría en Japón a nivel musical, así que tenía la suerte de ser original. Si escuchas mis primeros lanzamientos, veras que son bastante experimentales. Nadie me había enseñado cómo hacer música, y en Japón no encontré a nadie a quien emular ni tampoco un mentor. En este sentido, me sentía obligado a inventarme mi música, ya que no tenía ni los manuales de las máquinas. Estaba en mis veintes y disponía de mucho tiempo. ¡Me temo que ahora ya no puedo decir lo mismo!
Con su popularización, la gente ha ido asociando una imagen asociada al estilo de vida de los DJs y al mundo de la música electrónica, más allá de que cada cual la considere como positiva o negativa. Pero, si en Japón apenas nadie escuchaba esta música en los noventa, sería extraño que reconocieran fácilmente tu trabajo.
Antes de que este sonido creciese en Japón, tanto mis padres como mis amigos me preguntaban: ¿dónde está la canción aquí? ¿Cuándo suenan las vocales? Pero el interés de mis padres por la música siempre había sido mínimo. De hecho, en casa no teníamos ni equipo de música, así que tampoco tenían un prejuicio ni un criterio para juzgar lo que hacía. Lo que sí recuerdo es que, en todas las entrevistas de la época, los periodistas me preguntaban por el sentido de esa música que salía de los ordendores, decían que era “música programada”. Algunos querían incluso discutir conmigo, me provocaban diciendo que no se trataba de música. A medida que el techno y mi trabajo se hacían más populares, estas preguntas se acabaron, ¡ni que decir cuando aparecí en la portada de la revista Newsweek!
Con el cambio de percepción y el reconocimiento de tu trabajo, en tu día a día también habrás ido incorporando una manera de vivir que sostenga los viajes, las giras y los frecuentes cambios horarios al cruzar los continentes.
Sigo viviendo en Tokyo, así que tengo que volar casi cada vez que tengo una actuación. Intento dormir siempre durante los viajes de avión, unas dos o tres horas. Mantengo una alimentación lo más saludable posible. En cierto sentido, te diría que intento hacer vida “normal”. Viajar tanto y tener horarios nocturnos no es precisamente normal, pero no me interesa ni la vida de celebrity ni los excesos de ningún tipo. Por ejemplo, ahora me interesa la cerveza artesana. A veces me entretengo mirando lucha AMM o, muy de vez en cuando, salgo a pescar.
Entrevista publicada originariamente en Vicious Magazine.
El Día que Ken Ishii pinchó en la torre más alta de Barcelona
En 1993, Japón cambiaría la historia de los videojuegos hasta niveles insospechados. Porque fue ese año el que vio nacer para Game Boy al joven hyliano Link (natural de Hyrule, aunque ni idea de dónde cae eso ni si hay buenas raves durante el verano por la zona) en The Legend Of Zelda: Link’s Awakening. A día de hoy, casi 25 años después, muchos lo siguen considerando el mejor Zelda de toda la historia y uno de los hitos del mundo de los videogames, así, en plan ranking histórico general (y tal).
Por aquel entonces, el mundo entero tardaría apenas algunos meses en conocer y engancharse al célebre juego de rol, pero ese mismo año ocurriría en el país del beat naciente otro “despertar” de alcance mundial y con una banda sonora mucho más estimulante que las melodías un poco empalagosas del héroe de Hyrule, en especial cuando le dio por marcarse con insistencia tropocientos live con su Ocarina of Time. Sin duda alguna, creo que la conexión que aquí nos reúne fue singular y prácticamente inédita:
Shooting y selección fotográfica by Guayarmina Amador. Infinitas gracias, en loop.
Las puertas electrónicas se abrían, sí, y además, en doble sentido:
La música electrónica emergente, con Plus 8 y un intrépido Richie Hawtin experto en cruzar el puente de Windsor a Detroit para seguir investigando los sonidos de la ex Motor City y, al poco tiempo, con el emblemático sello R&S interesándose por los sonidos de Ken Ishii, encontraba más allá de su continente natal los primeros cómplices para seguir creciendo y evolucionando.
Por otro lado, Japón, cuyo vínculo con la producción y el consumo de las nuevas tecnologías despegaba de manera exponencial, hospedaba una avanzadilla de artistas que apostaban por exprimir las máquinas, no en busca del monstruo final, sino de la mazmorra con mejor equipo de sonido.
Hace algunas semanas, como mucho un par de meses (el tiempo vuela, ya sabéis, gira algo así como a 180bpm), tuve la suerte y una tremenda ocasión para entrevistar a Ken Ishii en Barcelona.
El artista japonés, actualmente residente en Tokyo y acostumbrado a cruzar continentes en avión con una regularidad y jet lag loables, visitó la ciudad para participar en un potente Vicious Live, en un lugar también inédito: La Torre de Collserola. Tras su set, podemos afirmar que está bien construida, a pesar de tener ya sus años y de que nadie sepa exactamente para qué sirve salvo para cortar el rollo estético forest surroundings de la zona del Tibidabo.
De nuevo, mención especial trabajo fotográfico de Guayarmina Amador, que me ha cedido las imágenes que sacó antes de la entrevista a Ken Ishii, cerca de su hotel y con vistas a Collserola (forzando un poco la vista, que no el beat).