Rui Da Silva es una de las pocas figuras de la historia de la música electrónica que ha logrado dos cosas especialmente inusuales y que, juntas, son algo tan excepcional que hacen de esta presentación algo accesorio, casi testimonial. Pero, antes de pasar a la extensa entrevista hecha en conexión Barcelona-Londres con el artista portugués apunto dos ideas clave del nuevo protagonista de CultDust que te refrescarán la memoria y, espero, te den muchas ganas de leer (y bailar).
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Por un lado, algunas producciones de Rui Da Silva han traspasado el umbral del llamado “éxito” dentro de cualquier género de música electrónica y le han situado entre los hits otrora posibles por el pop o el rock. Sin embargo, su trabajo siempre ha girado entorno a diversos géneros, del house al techno, y no se ha dejado llevar del todo por ninguno de ellos sino que sigue explorando sus posibilidades a día de hoy.
Por otro lado, su trayectoria como dj y productor es de las pocas que van a la par que la misma historia de la electrónica. Fue uno de sus pioneros en Portugal con la formación Underground Sound of Lisbon, en los albores de los años noventa, y décadas después continúa en activo lanzando nuevas pistas en Kismet Records, su propio sello. Sin ir más lejos, mientras lees esta entrevista, su último track Calling You ha trepado ya diversas listas y charts hasta alcanzar el number one. Aquí tienes la mejor prueba de ello.
RUI DA SILVA _ ENTREVISTA
Comienzo preguntando a Rui Da Silva por su último viaje a Asia, del que acaba de regresar. De paso, cómo no, sabré si estuvo de gira o tenía alguna otra cosa entre manos. Su respuesta nos lleva a empezar la entrevista en las apetitosas y evocadoras islas tailandesas, en el sur del país, enclave turístico irresistible al que, sin embargo, el productor y dj portugués no fue a tumbarse en una hamaca ni a tostarse al sol en un resort. Esta es su respuesta, y todas las que siguen:
Estuve pinchando por diversos lugares de Tailandia y grabando en un estudio en plena jungla, en una de sus islas. Grabar ahí ha sido lo mejor.
¿En cuál de ellas? Solo he estado en Koh Samui, la más turística…
En Koh Samui solo estuve pinchando en una fiesta; esta vez me quedé en Koh Phangan, la isla de al lado. Durante este verano también estuve en Hong Kong, China, para grabar un nuevo single.
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¿En qué estuviste trabajando en Tailandia?
He regresado a mis raíces. Ahora solo saco música con mi sello, Kismet Records. Así puedo hacer una mezcla de las dos cosas que más me gustan: las canciones atractivas y los beats oscuros. Ya no hago ni EPs ni álbumes, lanzo tema por tema. Creo que la gente ya no presta atención a nada más que temas en concreto y para mí también es una buena forma de trabajar. Mi último tema, por ejemplo, lanzado con Zoey Jones, está funcionando bien como single. Un tema con vocales suele abrirte más puertas.
Escuchando tu SoundCloud he visto que en los últimos dos o tres meses has lanzado tracks muy diferentes entre sí, que saltan del techno al deep house, por ejemplo. Ahora que trabajas más tema por tema en vez de pensar en un EP o en un álbum, supongo que una de las ventajas es esta: poder tocar un género en cada pista sin tener por ello que hacer varios temas y darle una forma concreta de lanzamiento asociada a un género musical. Así no tienes que casarte con ningún estilo ni género en concreto por demasiado tiempo.
Nunca he pretendido quedarme en un solo género. De hecho, he probado muchos a lo largo de los años. Obviamente, unos han tenido más éxito que otros, pero siempre he trabajado con una perspectiva muy amplia. En cuanto a mis últimos lanzamientos y los que vendrán, intento ir sacándolos con un sentido, porque tampoco quiero ir lanzando temas por que sí.
Así que, en cuanto a nuevos lanzamientos, ¿lanzarás todos los tracks en Kismet y ya no cuentas con otros sellos ajenos?
Me gusta hacer remixes para artistas que sacarán en otros sellos, pero ya no firmo acuerdos con mis propios releases.
De las entrevistas tuyas que leí previamente, recuerdo que en una de ellas mencionabas el cambio de paradigma respecto a la relación entre los artistas y los sellos, en especial te referías a los grandes sellos, a los que antes se conocía como discográficas “majors”.
Una de las cosas que he visto en los últimos tiempos es que las herramientas que antes se usaban en las grandes discográficas ahora se utilizan para los artistas que dicen seguir perteneciendo al underground. El target y el público pueden ser diferentes, pero las técnicas de marketing son parecidas a las que el pop lleva utilizando desde hace mucho tiempo.
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Al haber estado de forma activa en la escena emergente de la electrónica desde los ochenta, tu percepción de los abruptos cambios que han ido teniendo lugar se basa en la experiencia propia y no en opiniones adquiridas a través de los demás. ¿Cuáles han sido para ti los cambios más relevantes?
Si tengo que destacar un cambio por encima de todos, creo que es el que tuvo lugar cuando la escena mainstream aceptó la música electrónica y esta alcanzó una audiencia muchísimo mayor. En este sentido, la diferencia que veo respecto a mis inicios es que, por aquel entonces, no teníamos un catálogo de géneros o estilos desarrollado ni organizado al que acceder. Ahora, en cambio, tienes, pongamos treinta formas para aproximarte a la electrónica, tomar referencias o inspirarte. Cuando hacíamos house primerizo o creábamos sonidos progresivos a principios de los noventa, eso era una novedad, nos lo teníamos que inventar. En cambio, si en estos días encuentras un house lo-fi que se vende como nuevo, verás que en realidad está anclado en el pasado.
¿Crees que las expectativas que tiene ahora alguien que empieza en la electrónica son diferentes de las que teníais vosotros en aquellos años? En aquel momento, dedicarte a hacer música electrónica con la idea de tener éxito, una agencia de booking y un manager, poder pinchar por todo el mundo y ganar dinero, era impensable, ¿no?
Incluso la necesidad de tener prensa o seguidores en las redes sociales, que tienen muchos djs o productores que apenas han empezado, es considerable. Ellos mismos se presionan con eso y con unas expectativas para alcanzar ciertos logros en tiempo récord.
La gente se dedica a la música o a cualquier tipo de arte por multitud de razones distintas. Aunque, a veces, existe una confusión respecto al motivo principal. Me parece que lo primero para cualquiera sería pensar en la propia música y, luego, uno ya pensará qué formato le da —vinilo, mp3, etcétera—. Pero si tu idea es hacer música para ganar seguidores, no creo que vayas demasiado lejos. Céntrate en la música en vez de en incrementar el número de seguidores.
Tu acercamiento a la música, como modo de expresar pensamientos, ideas o sentimientos, ¿tiene que ver con tu lado personal y las emociones,
Siempre he querido expresar ciertos momentos personales intensos. De hecho, cuando más te implicas en aquello que creas y mejor refleja algo que estás sintiendo o que te ha ocurrido, más genuino es el resultado y la gente suele darse cuenta de ello, lo aprecia en mayor medida.
El título de las canciones supongo que también tiene que ver con ciertos estados o momentos concretos, ahora mismo recuerdo haber escuchado hace poco en tu SoundCloud un tema llamado… ¡Til’ The Money Runs Out!
Sí, trata sobre esa sensación que todos hemos experimentado en cierto momento, en el que sientes que la vida se te está escapando un poco de las manos y no encuentras el equilibrio entre la fiesta, la familia, la fiesta, los amigos, las facturas… es una situación difícil. Cuando estás atravesando uno de estos momentos, lo último que quieres es hacerle frente, intentas hacer ver que no sabes nada de nada de ello y lo que quieres es seguir de fiesta hasta el final. ¡Creo que define mis años en Ibiza!
¿Viviste en la isla todo el año, es decir, tanto en verano como en invierno?
Sí, fue bastante intenso. Estuve ahí cuatro años, entre 2008 y 2011. Fue increíble, la verdad. Ahora ya no existe, pero el mejor sitio para hacer fiestas era una Villa en Jesús que llevaba un promotor rumano, en septiembre hacía una fiesta de toda una semana, non stop. Tengo un tema con Craig Richards de Fabric que nunca llegamos a lanzar sobre nuestra experiencia en esa fiesta.
La mayoría de la gente tiene otra experiencia de su viaje en busca de electrónica en Ibiza, haciendo colas en todas partes y peregrinando por los grandes clubes. Las dos veces que estuve allí, apenas en mis veinte, tuve noches de club más que otra cosa, pero está claro que la liga en la isla está en otras partes…
Apenas salía de fiesta para ir a los grandes clubes. Casi todas las fiestas a las que iba eran fiestas privadas o en villas. En los clubes solía ir si pinchaba algún colega. Durante un tiempo frecuenté el DC-10, pero luego dejé de ir.
Hablando de lugares en los que has vivido, una de las cosas más mencionadas en tu biografía es que te mudaste a Londres desde Lisboa porque necesitabas seguir produciendo en un entorno más afín y conectado con otros artistas e influencias musicales.
La mezcla entre todo tipo de gente y sus culturas, así como el torrente de ideas y el flujo de energía que generan al encontrarse fueron lo que me impulsó a mudarme a Londres. En cierto modo puede ser abrumador, pero es precisamente esta conjunción tan vasta lo que alimenta mi creatividad.
Precisamente, en los últimos años he hablado con diversos artistas que viven en Londres acerca de la delicada situación que atraviesa su ciudad: desde el Brexit hasta el polémico caso y reapertura de Fabric. Tú que llevas tantos años viviendo en la ciudad, ¿cómo ves su situación y su futuro?
Con los años, Londres ha desarrollado una gran resiliencia y la gente está acostumbrada a vivir el momento. Inevitablemente, cuando algo cierra, por el motivo, aparece el sentimiento de pérdida, pero el dinamismo de la ciudad y sus múltiples nichos y pequeñas escenas se resitúan para ocupar el espacio que ha quedado vacío. En una ciudad de este tamaño, esto sucede como un ciclo natural.
En cuanto a Lisboa, ciudad que dejaste en 1999 por Londres, ¿ha habido alguna evolución interesante que hayas notado al visitarla de nuevo a lo largo de estos años?
En Lisboa, la escena sigue siendo muy pequeña, y lo era en especial cuando yo me fui. En escenas cerradas, las rencillas personales y la competencia son algo nocivo y Lisboa no fue una excepción. Más allá de eso, sí creo que en los últimos años han aparecido nuevos proyectos interesantes y, poco a poco, ha ido mejorando la calidad musical de lo que venden las tiendas y la programación de los locales.
¿Desde Lisboa, y Portugal en general, cómo se vio que dejases la ciudad para irte fuera y que tu carrera despegase de tal modo al poco tiempo de llegar a Londres? Quiero decir, si bien en Lisboa ya habías podido abrirte camino en un momento en el que apenas había nada, cuando te fuiste dejaste atrás también muchas cosas en las que te habías implicado.
Cuando empecé a producir música electrónica, en Portugal no había ni clubes ni escena, era todo demasiado nuevo para que hubiese alguna estructura organizada. Con el tiempo, las historias de los artistas que lograron avanzar en otros lugares despertaron el interés de otra gente en el propio país y creo que esto fue una consecuencia positiva aunque nos hubiésemos ido. En mi caso, tanto amigos cercanos como otra gente vio que sí era posible dedicarse a esto.
¿Viajas a menudo a Lisboa?
Sí, bastante, para estar con la familia. Este verano he pasado cuatro semanas en Portugal, aunque por trabajo viajo más hacia otras partes del mundo. Salvo que alguien me invite a pinchar en un evento especial, suelo ir a Portugal a relajarme y estar con la familia.
Ahora que comentabas tus viajes por trabajo, me pregunto si los promotores que te contratan en alguna parte del mundo esperan un Rui Da Silva que suene como sus grandes hits o, por el contrario, están abiertos a que puedas pinchar lo que más te plazca. Con ello quiero decir un artista como Ben Klock, por ejemplo, no da lugar a dudas si le contratas: sabes qué género va a pinchar y en qué clubes o festivales pueden funcionar sus sets de corte techno. Por el contrario, tú has tenido muchas facetas y has pasado por momentos muy diversos, ¿te has encontrado con bookers y promotores exigiéndote que pinches tus grandes temas o esperando de ti algo que no representaba tu forma real de pinchar?
El trabajo de Ben Klock es genial. Siempre que la ocasión me lo permite, pongo alguno de sus tracks. Ben Klock tiene un sonido muy determinado asociado a su nombre. Sin embargo, seguro que hay promotores que lo contratan solo porque tiene muchos seguidores o porque su sonido se ha puesto de moda, sin apenas apreciar realmente su trabajo. Por eso es importante que cuando te contraten sea porque conocen y entienden tu trabajo; a fin de cuentas, si los promotores se basan en criterios como la fama para traer a los artistas equivocados, acaban descuidando a su público, pero los artistas no tenemos que ver con ello.
Al pinchar, a veces puede ser un reto encontrarte en una situación adversa. Pero, con los años, me he convertido en un dj más versátil y no intento salirme con la mía si el público no me está siguiendo. Por otro lado, es cierto que también es estimulante intentar llevar al público hacia ciertos temas y sonidos menos conocidos y que me resultan más interesantes y, desde ahí, ver si consigo mantener su atención a lo largo de la sesión.
Entre producir y pinchar, ¿cuál es tu principal interés y a qué le dedicas más tiempo?
Sin duda, producir es mi prioridad, con mucha diferencia. Más recientemente, dentro del ámbito de la producción, me estoy dedicando a ayudar a otros djs y productores. Me dedico a estar presente. Estoy presente en el proceso de escritura y edición para gente que tiene ideas, aunque quizás sean algo tan simple como un par o tres de temas. Con este material, trabajamos y completamos el proyecto.
Por lo que comentas, más que trabajar como lo que se conoce como ghost producer, lo que tú haces es una especie de mentoría.
El ghost producing en la industria no está bien visto, aunque yo no vendo mis temas ni los hago por encargo. Hay mucha gente que lo hace, pero yo no me dedico a eso.
Ya que hablamos de producciones originales y otras que no lo son, y de que algunos djs hacen tracks en la sombra para otros más famosos que no tienen tiempo para producir ni pasan por el estudio debido a sus giras constantes, en los últimos dos o tres años me ha sorprendido la calidad decreciente de los djs que pinchan, durante meses, varias veces a la semana.
Algunos llegan incluso a pinchar en cinco, seis o siete lugares y países distintos en apenas una semana. He visto djs pinchar a principios de verano que he vuelto a ver en alguna otra ocasión uno o dos meses después y me ha impactado negativamente comprobar que no les queda nada de aquello que antes solían trabajarse set a set para sorprender. Más bien sueltan sesiones atropelladas que buscan el efecto fácil ante un público que por lo general se contenta con ver a tal o cual artista famoso en un festival grande.
Creo que muchos grandes djs están atrapados en ser el CEO de su propia empresa, metidos en una rueda que les obliga a seguir y seguir y que agota su creatividad. Hay otros productores y djs que deciden dar un paso atrás antes de llegar a esta situación, pero uno puede encontrarse en ello sin haberse dado cuenta del todo, y entonces es demasiado tarde para intentar salir.
Es curioso, se acostumbra a hablar de los aspectos nocivos para la salud de llevar un ritmo de giras tan alto y de pinchar y viajar con tanta frecuencia. En cambio, estos “efectos nocivos” en relación a su calidad artística no se cuestiona en ningún momento. Sería interesante valorar en un aspecto creativo lo “tóxico” que puede ser entrar en estas dinámicas y qué ocurre con estos djs que despuntaban en el estudio y en los platos y en apenas 3 años son una mala copia de sí mismos.
Es interesante ver que esto, hace no tanto tiempo, solo ocurría en una escena más mainstream. En cambio, ahora también lo ves exactamente igual en la escena llamada “underground”. Los djs viajan con un equipo de gente que se ocupa de una enorme cantidad de cosas: producen tracks para él, le llevan las redes sociales, le lavan la ropa… Pero ante el público y los medios, así como por los lugares en los que pinchan, siguen siendo considerados como artistas underground. He tenido conversaciones de este tipo con varios amigos que se encuentran en una situación así y no suelen estar satisfechos ni les resulta fácil detener un engranaje que da trabajo a una decena de personas o más. Las escapatorias que encuentran no suelen ser sanas.
Este tipo de estructuras detrás de la figura comercial de una persona me recuerda más a los políticos que están en plena campaña: todo gira entorno a lo que son capaces de proyectar partiendo de una explotación sistemática y planeada de su imagen…
Por otro lado, hay otro aspecto llamativo de lo que diríamos artistas underground, y es que muchos tienen una serie de peticiones para ser contratados que pone en aprieto a los pequeños festivales y clubes que intentan bookearles. Conozco ejemplos, y tú debes conocer muchos más, en los que festivales con apenas pocos miles de asistentes tienen que negociar vuelos de primera clase, vuelos de diversos familiares, hoteles de 5 estrellas y otras peticiones que poco o nada tienen que ver con lo que uno pensaría a primera vista.
Sí, la rebelión que proclamaba el underground ha cedido ante los dictados del mainstream. Como decía, creo que los artistas underground se gestionan como una marca más. La diferencia entre alguien que pincha techno en Berghain y una estrella del pop es prácticamente inexistente. Al final, todo queda en manos del artista y de sus motivos por los que decide hacer música.
¿La música ha sido siempre tu principal forma de expresarte?
Necesito estar haciendo música constantemente, aunque nadie fuese a escucharla, seguiría produciendo. Siempre intento hacer algo diferente a lo anterior. Los retos son lo que te permite crecer y avanzar. Cada vez que miro hacia atrás y reviso mi trabajo, siento vergüenza ajena. Esta sensación es lo que me hace sentir que he evolucionado. La música que hago ahora es la que tiene que dejarme insatisfecho cuando la escuche el día de mañana.
Con los años he ido probando nuevos ámbitos de producción musical. Por ejemplo, el año pasado hice una banda sonora para cine y el trabajo fue muy estimulante. Desafíos así te fuerzan a innovar y seguir haciendo cosas nuevas.
¿Cuáles han sido los grandes retos que has afrontado tanto a nivel musical en tu trayectoria?
Componer con letras siempre me ha resultado muy difícil. El inglés no es mi lengua materna y eso me ha puesto en apuros en repetidas ocasiones. Tras veinte años viviendo en Londres, ahora puedo decir que me siento más cómodo para componer, pero durante este tiempo he colaborado con varios artistas para reforzar este tema y tener otro punto de vista. Plasmar en palabras el mensaje que quiero transmitir, y darle una composición concreta, me resulta bastante arduo y complejo en muchas ocasiones.
De la gente con la que has colaborado, ¿podrías comentar algunos nombres y artistas que han sido clave en tu trayectoria?
Desde los comienzos ha habido gente muy importante, como Darin Pappas (Ithaka), que hizo la letra de So Get Up en nuestra formación Underground Sound of Lisbon, una de las canciones de las que estoy más orgulloso. Cassandra, por supuesto, con Touch Me, es una compositora increíble. He trabajado también con Ben Onono, que también escribe letras geniales.
En Londres encontré a Penny Foster, cantante maravillosa con la que escribí, entre otros temas, Love Is The Leader. Muy recientemente he colaborado para lanzar el track Calling You con Zoey Jones, cuyo talento para componer es asombroso.
¿Cómo le dais lugar al proceso creativo conjunto? ¿Cuál es el camino que ambos compartís desde el inicio hasta terminar el track?
A veces empiezo alguna idea y avanzo un poco por mi cuenta, la envío y con el feedback de la otra persona vemos si se puede seguir adelante. Sin embargo, lo que más me gusta de trabajar con alguien es la energía que siento al arrancar de cero: te sientas en el estudio con la persona con la que vas a trabajar y empiezas a probar beats, letras, voces… No sabes a dónde irás, a veces ni conoces personalmente al artista hasta ese mismo momento. De este modo generas una situación que te fuerza a mirar tu música con nuevos ojos, como si entrases en una habitación ajena llena de cosas desperdigadas de alguien que no está: tienes que darle un nuevo sentido a los elementos con los que trabajas habitualmente.
Es gracias a este proceso compartido, a la energía viaja en un sentido y otro entre ambos, que acabas logrando llegar a algo. Son varias las ocasiones en las que sacas algo bueno en muy poco tiempo y que, luego, te dedicas a pulirlo y perfeccionarlo.
En cambio, el trabajo en solitario es bastante diferente, este camino de ida y vuelta lo tiene que hacer uno mismo. ¿Cuál es tu forma de adentrarte en el estudio y cuánto tiempo pasas ahí?
Una de las cosas más positivas para producir que ha ocurrido en los últimos tiempos es que tengo la oportunidad de hacerlo todo solo con un ordenador portátil.
Me he acostumbrado a hacer una gran parte de la producción apenas con el ordenador y un par de máquinas más a mano. El background del que provengo es la época en la que necesitabas máquinas analógicas enormes y todo un despliegue a tu alrededor para hacer la mínima cosa.
Pero antes de dar el paso a producir todo en digital, me costó adaptarme: tenía la necesidad de rodearme con las máquinas aunque no las usase, sentir que estaban cerca de todos modos. ¡Qué suerte tienen las las generaciones más jóvenes que tienen apps para producir desde el móvil! Siento una especie de envidia sana, ¿sabes por qué? Si puedes producir así, tienes una libertad sin precedentes como productor. En mi caso, por una cuestión generacional, no me siento cómodo haciéndolo todo, porque no quiero estar preocupado con los ajustes de producción y son tantos los detalles que prefiero hacerlo de una manera que ya controlo, por ordenador. Cuando salgo del estudio y llego a casa, puedo seguir con el escritorio sincronizado y lo que he dejado en el estudio puedo continuarlo exactamente como lo he dejado.
Paradójicamente, existe una tendencia entre productores —jóvenes y no tan jóvenes— a vanagloriar las máquinas analógicas en detrimento de lo digital. Le dan un valor especial a lo que ha sido producido de forma analógica, como reivindicando algún tipo de autenticidad. Es como si saber producir en analógico estuviese relacionado con tener un conocimiento más profundo.
A fin de cuentas, todo son herramientas que tienes a tu disposición. ¿Juzgarías la obra de un pintor basándote en la marca de pintura que usa para sus cuadros? Me parece que no. Use la marca que use, lo que realmente importa es el resultado final. Por supuesto, habrá gente que saque tiempo para ver de qué marca eran los lápices que usó para el boceto, al mismo tiempo que mucha otra gente, al mirar el cuadro, querrá saber qué técnicas usó, cómo aprendió a usarlas y qué influencias tuvo en ese momento.
Cuando me mudé a Ibiza desde Londres, me quedé en Barcelona unos días. Fui a ver el museo Picasso y su trabajo me impresionó muchísimo, a nivel artístico fue revelador para mí. Me detuve en las salas en las que había más elementos relacionados con su estudio de otros pintores y de sus obras y traté de verlo todo desde el punto de vista de cómo era el proceso creativo de Picasso y la manera que tenía para explorar el arte de otros; cómo hacía suya una parte del arte de otros artistas pero encontrando al mismo tiempo su voz, su propio estilo. Saqué muchas ideas de esa visita que trasladé a mi modo de trabajar.
No hay una cosa que siempre sea mi fuente de inspiración, pero a día de hoy sí hay una sola cosa que me inspira para trabajar. Quizás en un momento dado puede ser el descubrimiento de la música de un artista que no conocía y eso te hace estudiarle con detenimiento, pero la inspiración no tiene por qué provenir siempre de los músicos.
En un determinado momento puede ser Picasso.
Exacto, porque no se trata solo del proceso creativo para lograr un bombo o los graves, sino del proceso intelectual que llevan a cabo para crear algo. Cualquier proceso creativo tiene algo que se puede extraer para ser aplicado en otro. Por eso, cuando te centras en tu propio proceso creativo, este se convierte en tu mayor centro de atención y es lo que pasa a ocupar tus preocupaciones. Dejas de estar pendiente del resultado final y de lo que la gente piense de ese resultado: el proceso y los logros que lo hacen avanzar pasa a ser lo que más te importa, por encima de todo lo demás.
En el proceso creativo, ¿cuál es el papel de tu estado de ánimo y su influencia positiva o negativa a la hora de poder avanzar en la buena dirección? ¿Tienes alguna forma que te permita dilucidar cómo te sientes más allá de decirte a ti mismo “tengo que ir al estudio” o “ahora debería terminar este track?”. Me refiero también a cómo la actitud puede ser un factor condicionante en la evolución del trabajo, pero hay veces autoconvencernos de que queremos ponernos a producir simplemente no funciona y lo que pasa es que no queríamos o no sabíamos verlo.
Cocinar me gusta mucho y es mi truco para ver cómo estoy para producir. Los días en los que no tengo ganas de cocinar o no me apetece son los que predicen que no debería tampoco meterme en el estudio, será porque estoy mustio por algún motivo.
Cocinar me sirve como indicador porque, según creo, se parece mucho a producir música. Si no sabes qué hacer o llevas un tiempo sin ponerte en la cocina, tirarás de alguna receta o algo fácil que sepas de memoria. Si das otro paso más y añades algo que se te ocurre, muy rápidamente te sueltas y empiezas a probar qué otros ingredientes añadir o cambiar, a ver qué más puedes hacer por tu cuenta. En este sentido, es parecido a competir y los temores que genera en la gente que compite de manera profesional: hay ese momento en el dejas de competir durante una temporada, sea por el motivo que sea, y tu miedo es la duda de si serás capaz de volver al estado de forma que lograste o si, en vez de ello, nunca volverás a tener esas condiciones físicas y las has perdido para siempre al dejar de entrenar. Cuando vuelves al campo y retomas tus ejercicios, obviamente tus primeros resultados serán bajos, pero persistiendo y entrenando, lo haces cada vez más y mejor hasta que acabas recuperado. Este reto ahora mismo no es el que me preocupa, ahora estoy en una situación diferente: mi reto es tener ideas potentes detrás de aquello que saco en el estudio, porque si no se convierten en algo inútil.
A veces, cuando estamos inmersos en el trabajo, ya sea una canción o un texto, no es tan fácil dejarlo, incluso cuando estás menos lúcido y llevas muchas horas… Empiezas a corregir o a editar y pones en duda cosas que dabas por hecho que estaban bien… ¿Cómo manejas una situación así cuando te ocurre?
Un dicho afirma que “una obra no está acabada hasta que la abandonas”, es decir, que nunca terminarás una pieza hasta que la dejes y pares, porque si quisieras siempre podrías seguir dándole vueltas hasta el infinito. En mi caso, tengo un programa para contabilizar las horas que trabajo; si en unas 20 horas como máximo no estoy en un punto del camino que me convenza lo suficiente y sigo sin tener claro por dónde seguir a dónde quiero llegar, me deshago de ese trabajo y lo guardo en una especie de “almacén” con otros trabajos que no merecían seguir adelante.
Puede afectarte mucho más la frustración por intentar avanzar con una idea estancada o acabar haciendo algo de lo que no estés satisfecho, que no la pequeña frustración que tendrás por dejar algo con lo que llevas unas horas y no te ha llevado a nada. Me ha ocurrido en numerosas ocasiones y es algo de lo que hay que aprender a escapar.