El pasado mes de octubre de 2022 en Barcelona, NODE celebró uno de sus high quality Techno events con ORBE (live), Lowsystem, Nico y Unreal.
Comparto, en exclusiva, el set de Nico de aquella noche y te comento, según mi humilde y entregada opinión, qué hace de Nico un DJ especialmente singular, exigente y, por encima de todo, capaz de oscilar por un abanico tan amplio de sonidos en su maleta electrónica.
Si bien el 75% del line-up de aquella NODE es fácilmente asociable con el Techno, tenemos al 25% en una franja de sonidos muchísimo más amplia, diversa (que no dispersa), y encontramos a un 25% de los artistas del line-up pinchando habitualmente con regularidad en otro rango electrónico bailable pero alejado, para entendernos, del Techno en su definición más pistera. Sí, ese 25% es exactamente un artista (soy un genio de las matemáticas, como puedes ver, y sé que tú también) y has adivinado, posiblemente, que estamos hablando de Nico y su portentoso^1^ set.
Ojo, cuidao, con esta afirmación no quiero decir que el 75%, entiéndaseme bien, ORBE, Lowsystem o Unreal no disfruten escuchando y pinchando otro tipo de sonidos pero, para entendernos, difícilmente alguno de ellos firmaría en su zona de confort este B2B con Marie Pravda o, por ejemplo, este set para HOC Radio. ¿Es ello bueno, malo? Ni es bueno, ni malo, faltaría más. Pero lo que sí es sencillamente fascinante es que un artista de un perfil tan amplio como el de Nico sea capaz de simultanear, en un mismo mes (no en dos etapas distintas de su trayectoria, pongamos, con varios años de distancia), dos caminos tan alejados en cuanto a sensibilidades del beat se refiere, y llegar a una NODE y plantear el set que aquí nos ha reunido, sin despeinarse, con todo el flow, con toda la actitud, con toda la clase de alguien que parece que solo ha pinchado y bebido del manantial del Techno desde que tiene memoria.
Sin embargo, luego es capaz de hacerle un warm up en NITSA a Dixon o, como decíamos, pinchar en una noche Hiru en LAUT junto a Binomi o, qué sé yo, hacerle un warm up a Oscar Mulero en Gare Porto (algo que ocurrirá este mismo fin de semana de Reyes 2023).
En este momento, Nico, que estará leyendo esto (en realidad al mismo tiempo que tú), posiblemente fruncirá el entrecejo, y puede que piense lo siguiente: "bueno, tampoco hay para tanto, para mí —pensará Nico— todo es, en cierto modo, el mismo camino, sencillamente se trata de subir unos peldaños más o bajarlos de dos en dos, así como cuando eres niño y juegas a bajar varias escaleras de golpe pegando saltos, a riesgo de dejarte un doloroso reminder en el tobillo".
Este posible pensamiento de Nico, entrecejo fruncido de por medio, nos indica dos cosas, o nos lleva a pensar en otras dos cosas acerca de Nico. Pero, antes de continuar, debo haceros una pregunta, ¿habéis visto pinchar a Nico en directo? Si la respuesta es sí, la pregunta siguiente (muy capciosa) es: ¿y parece que esté disfrutando? Y la polémica respuesta es: no, de hecho, parece que está haciendo algo muy serio, que no disfruta nada, que se la está jugando con algo muy peligroso que puede salir mal en cualquier momento.
¿Acaso un DJ no está haciendo algo tremendamente serio y que requiere suma concentración y entrega? Sí, eso piensa un servidor —aunque ahora Nico está, digamos, estupefacto, diciendo "en qué momento me pareció una buena idea que Vanity hablase de mi curro"—. Porque Nico no pincha un par de tracks facilongos en sync mientras sonríe a la multitud y se bebe un par de cubatas con la ginebra más cara que se le ha ocurrido pedir en el camerino, no.
Nico, en realidad, tiene un corazón en la mesa de mezclas y se toma con la misma seriedad un set y su desarrollo que un cirujano sus intervenciones a corazón abierto. No hablo de precisión, como sí he hecho alguna vez al mencionar el término cirujano en un DJ, sino de algo más:
Máxima tensión, plena consciencia de la trascendencia del momento, de la excepcionalidad de cada gesto, de lo determinante que puede ser mover unos milímetros un dedo hacia un lado o hacia el otro de cada uno de los ecualizadores de la mesa de mezclas. ¿Estoy exagerando? Todo lo contrario.
Hay un vínculo directo entre la mesa de mezclas (donde opera, digamos, Nico) y los, pongamos, 200 corazones que laten en la pista, a un ritmo regular, con tendencia acelerada, dándolo todo con el baile. Si algo sale mal en el "quirófano electrónico" (conocido comúnmente como "cabina" o "DJ Booth", este segundo por si te mola usar anglicismos innecesarios), esos 200 corazones entregados quedarán compungidos durante un tiempo indefinido, ya sea porque el track que entra rompe las vibes o porque un descuadre entre los tres (¿cuatro? ¿cinco?) platos dificulta el baile y el flow. De las manos de Nico depende el bienestar y el ritmo de unos cuantos cientos de personas (o miles), y eso es mucha, mucha responsabilidad. Si un cirujano no se puede permitir cortar la aorta por error, Nico, desde el quirófano electrónico, no puede permitirse cortarle el rollo a tantos corazones latiendo al unísono.
El hecho de hablar de corazones no es, tampoco, baladí, porque en realidad Nico es un artista más mental que emotivo. De ahí que haya podido perfilar la técnica hasta límites que muchos DJs profesionales, que a la que suena el bombo en el club se vienen arriba "como si eso ya estuviese hecho", y que ni tan siquiera creen que se pueda llegar otro estadio, o que exista tal nivel de agilidad, coordinación, sincronización y conocimiento. Nico siempre contiene la euforia, porque sabe que hasta que no se acaba el partido un fallo siempre puede acabar con un estrepitoso gol en propia puerta.
En este sentido, tras comparar a Nico con un cirujano, llevémoslo justo al terreno de juego: un goleador nato celebra los goles, pero siempre quiere marcar más. ¿Es por ambición? ¡No! Sencillamente, si no lucha por otro gol, se aburre, está hecho para desear el gol, una y otra vez, hasta que el árbitro indique el fin del partido.
¿Acaso Nico se congratula por levantar los vítores y aullidos del público? ¡No! Porque en 3 o 4 tracks debería suceder otra vez lo mismo, mientras el público reacciona ante una mezcla inesperada, él ya está pensando a 20 minutos vista. Quién sabe cuál es el equilibrio perfecto que tiene Nico en la cabeza entre preparación e improvisación. En todo caso, solo a través de la experiencia ha podido ir encontrando, noche tras noche, el pulso adecuado que le permite tirar hacia un lado u otro, con un tracklist inagotable de puro melómano, adicto a escuchar música y a pensar si cada tema que le llega, compra o escucha es digno de pincharse en tal o cual momento, aquí o allá. Quizás está tendiendo la ropa, un martes cualquiera, vaciando la lavadora, y tiene que dejar la ropa empapada y a medio colgar para ir a comprobar un insight que acaba de tener, a saber, si el track X y el Y podrían cuadrar, de qué manera y cómo, y en qué momento y en qué noche.
¿Te estás empezando a agobiar entrando así en la mente de Nico? No te preocupes, que por mucho que lo intentes, difícilmente lograrás ser como él. Pero tranquilo, eso es un mal menor, porque Nico es un habitual en varios clubes de Barcelona (& beyond) y, más que intentar pinchar como él, o pensar en la música como él, harás bien en dejarte llevar en la pista por lo que hace, por lo que te propone. En determinado momento, puedes intentar llamarle la atención, pero no te sorprenda que apenas te mire de reojo durante medio segundo y apenas gesticule ante tu efusividad: es lo máximo que un cirujano del beat se puede permitir para no cortarte la aorta, porque quiere evitar esos tres segundos de confusión que te hagan mirar el móvil o ir a fumar un piti fuera, es decir, quiere evitar perderte, quizás podrías hasta no regresar. Por eso, con Nico, o estás dentro o estás dentro, porque apenas hay margen para ninguna otra opción.
Notas:
1. adj.Singular, extraño y que por su novedad causa admiración, terror o pasmo.