Sanna La Fleur Engdahl dejó Suecia en 2007 en busca de una tierra más fértil para la música electrónica y encontró en Berlín (equiparable al Amazonas del Beat) inagotables soundsystems abonados para sus tracks, tormentas de ideas para su sello Power Plant y el cobijo perfecto en forma de club: su residencia como dj en el mítico Watergate.
En el último paso de La Fleur porLa Terrrazza de Barcelona tuvimos el momento ideal para poder hablar de sus proyectos recientes, sus inicios, los pros y contras de Berlín y las comparaciones odiosas con Suecia… y Barcelona. Shooting exclusivo de Nacho Juárez exclusivo para la entrevista
Una de las primeras imágenes que hay en tu Instagram, que publicaste hace unos cuatro o cinco años, es de tu llegada a Amsterdam para el ADE, un festival conocido precisamente por combinar la vertiente profesional con la de conciertos y sesiones. En concreto, hablabas de “networking”. ¿Cuál ha sido la importancia de forjar a tu alrededor un entorno profesional en el que desarrollar tu carrera tanto a nivel creativo como profesional?
Ya en el momento en el que comencé a pinchar discos en Suecia, más o menos en 2004, conocí a los djs del país que se dedicaban a lo mismo. En aquella época, la electrónica que se pinchaba era principalmente House. Pero la gran mayoría del país escuchaba rock y pop y, a su vez, los djs tiraban del hip-hop y el R&B. Una forma para establecer vínculos y afinidades pasa por conocer a gente. Aunque no sea lo que tienes en mente, estás haciendo contactos y ampliando la red.
Ocurre lo mismo en ADE, hay todo tipo de charlas y contenidos y te encuentras con gente que comparte en gran medida los mismos intereses. Efectivamente, como en todos los trabajos, en el mundo de la electrónica es importante encontrar gente con intereses e ideas en común, ya sea para intercambiar puntos de vista, emprender un proyecto o una empresa.
Decías que en la época en la que pinchaste tus primeros discos, el house predominaba en la escena sueca de la electrónica.
En ese momento trabajaba como farmacéutica, aunque tenía claro que lo que yo quería hacer era dedicarme a pinchar house y techno, que eran algo muy poco extendido. No me interesaban ni el R&B ni el hip-hop, que era lo que había en el 99% de clubes del país. No empecé pensando en el dinero, sino porque me encantaba hacerlo, la idea fue “a ver dónde me lleva la pasión”. Ahora llevo casi diez años viviendo de ello, pero en ese momento ni me atrevía a imaginarlo. Desde entonces hasta ahora, todo ha ido ocurriendo con naturalidad. Por otro lado, siempre me gustó mucho bailar. Eso también es una fuente de inspiración y uno de los motivos que me llevó a pinchar: al descubrir la música electrónica me dije: «sí, ¡esto está muy bien!»
Sin embargo, muchos artistas se acercan a la electrónica desde el lado más intelectual y distante y no tanto como vía para comunicarse con el otro.
Como dj puedes ver fácilmente mi estado emocional en cada momento mientras estoy en los platos: se nota si me lo estoy pasando bien o, de otro modo, si estoy nerviosa. Y creo que eso no es algo malo. La forma de expresarme en el escenario transmite si me siento feliz, como en los momentos en los que tú y el público formáis un uno, la misma cosa.
Con el paso de los años y con más experiencia, ¿se vuelven menos intensos los momentos en los que tienes esta sensación de unión? Quiero decir que normalizas tu trabajo como dj y al poner distancia pinchar se convierte en algo menos estimulante.
La intensidad suele depender de muchos factores, pero sí sigo sintiéndola. De hecho, en casi todas las actuaciones tengo momentos así. A veces incluso tengo la sensación de que todo el set, desde el principio, genera esta energía. En otras actuaciones ocurre más tarde. Como decía depende de muchas variables, como el club o el público.
¿Qué sensación tienes cuando pinchas uno de tus temas, te acercas más a uno de estos momentos?
Pinchar un tema propio es todavía más especial, si cabe. Porque al hacerlo compartes algo tuyo. Si, además, el público lo reconoce, eso es increíble.
Suelo escuchar trabajos tuyos, tanto sets como releases. Más recientemente escuché el B2B con Cassy, ¿fue también algo singular para ti?
Hace un tiempo le pedí un remix y Cassy me respondió que le encantaría pero que no tenía espacio para hacerlo. Después, por mi lado también se fue retrasando el lanzamiento, así que se lo volví a pedir y justo me dijo que ya podía. Cuando celebré en Suecia los 5 años de Power Plant, invité a Cassy para hacer el back 2 back y le pareció buena idea. Es una persona encantadora y sí, fue muy inspiracional contar con ella.
Respecto a los sets, ¿cómo te adaptas a los que son de largo alcance respecto a los que tienes mucho menos minutos en cabina?
Cuando tienes más margen de horarios cuentas con más tiempo para lograr que el público y tú entréis en la misma conexión. Como te decía, a veces ocurre desde el primer track, pero a veces necesitas más temas. Por eso, cuando tienes una hora o una hora y media, te queda menos margen para lograrlo. De todos modos, el hecho de que tengas muchas horas también puede hacer que te pierdas en según qué fase del set.
En cuanto a los sets cortos, intento ubicarlos dentro de un marco, situarlos dentro de una narrativa concreta. Es decir, me gusta tanto pinchar en sets cortos como en sets largos; si pinchase siempre 6 horas o solo hiciese una hora y media no sería tan divertido.
Tu visión del set se adapta a la extensión que tienes por delante.
Exacto. Por ejemplo, hace algunas semanas, pinché en Italia. Estuve 30 minutos más en los platos, pero me tenía que ir para coger un vuelo. Al cierre, todo el mundo estaba gritando “¡el último, el último!”. ¡Y me quería quedar pero fue imposible!
Con tu sello también has hecho fiestas, como en la que comentamos en la que pinchaste junto a Cassy. Power Plant tiene ya una trayectoria relevante y, según creo, lo arrancaste cuando ya estabas instalada en Berlín. ¿Cómo valoras la trayectoria que ha tenido y cuáles fueron los motivos que te llevaron a ponerlo en marcha?
Desde los inicios siempre pensaba cosas como “oh, me encantaría tener mi propio sello y poder decidir sobre qué música quiero sacar, elegir bien los temas, decidir sobre el diseño…”. Pero finalmente me lanzaría a crear Power Plant cuando hice dos temas que tenía listos para sacar en un EP que me gustaban mucho, pese a ser los típicos temas por los que nadie iba a apostar. Lo vi claro, sacaría el primer EP con esos dos temas míos. Eso me puso muy nerviosa, porque si nadie más quería sacarlos… ¡quizás nadie querría comprarlos!
Por suerte, los temas se convirtieron en una especie de hit underground y luego llegarían los remixes de Cassy y Dana Ruh. Visto en perspectiva, creo que lanzar Power Plant fue una decisión acertada. Todo lo que saco en el sello tiene que ser muy, muy especial y debe recibir el máximo cuidado. Los lanzamientos me tienen que gustar muchísimo y le dedico tiempo tanto a la música como al arte que acompaña el disco.
De hecho, en los inicios de Power Plant también hacíamos exposiciones con las ilustraciones y los trabajos de las cubiertas de los discos. Luego, al estar cada vez más ocupada, tuve que ir dejando de hacer este tipo de cosas pese a que disfruto haciéndolas.
Con Power Plant también has lanzado algunos diseños de ropa.
Sí, la idea de Power Plant es que sea una plataforma para múltiples proyectos creativos. Cuando vivía en Estocolmo me dediqué también a la moda, es un trabajo que también me interesa. Por eso, a la hora de hacer merchandising para Power Plant, no quería lanzar ni las típicas camisetas ni los tipicos diseños. Al final terminó siendo una colección de ropa casi completa, con chaquetas y pantalones. La verdad es que fue muy divertido todo el proceso.
Las prendas eran numeradas, además.
Sí, las numeramos como si fuesen vinilos. También he estado haciendo merchandising impreso a mano y todo producido en Berlín. En realidad, hicimos toda la colección a mano, en Berlín, y usando muy buenos materiales.
Ahora que mencionas Berlín, ¿cuándo te mudaste exactamente a la ciudad?
¡Este mes de octubre celebro los diez años!
En la cultura electrónica se habla bastante de lo mucho que ha cambiado la ciudad estos últimos diez años…
Sin duda, los cambios han sido enormes. Lo bueno es que la ciudad responde y reacciona ante ellos de una manera que me fascina, como si fuese un organismo vivo que se adapta a los cambios y va evolucionando. Todo está en constante movimiento.
En 2007, más o menos, corrían los tiempos del minimal. En una entrevista hace un tiempo con Barem, me hablaba de la importancia que tenía Club der Visionaëre como lugar de reunión entre los artistas que estaban en la ciudad en aquel momento.
Ocurrían muchas cosas, también entonces. Antes de mudarme a Berlín, viaje varias veces a la ciudad y siempre regresaba con muchas ideas y ganas de hacer cosas. Esos viajes eran inspiradores y tenía la sensación de que Berlín estaba llena de secretos que tenía que descubrir. Durante los viajes, nunca sabía qué es lo que iba a ocurrir, siempre aparecía alguien y te contaba algo increíble y nuevo que estaba sucediendo y que no te podías perder.
Supongo que entre los diversos descubrimientos también estaban las tiendas de discos, ¿no?
Sí, estuve trabajando como extra en la tienda Melting Point, en la calle Kastanienallee. Fue divertido, muy divertido.
La manera ideal para aprender y estar al día de todo…
¡Bueno, más bien me gastaba todo el sueldo en la tienda! Eso sí, la inversión mereció la pena.
Cuando llegaste en 2007, ¿cómo te planteaste el cambio y cómo encaraste tu nueva vida en la ciudad?
Ya en 2007 tenía la sensación de que todo el mundo quería serlo. Yo no conocía a nadie, así que con esto estuve tranquila y sencillamente me dediqué a hacer música. Con los meses, claro, eso cambiaría. Fui conociendo a gente y me fueron invitando a pinchar en varios sitios, cada vez tenía más ocasiones para pinchar. Y luego, en 2012, un amigo me invitó a pinchar en Watergate. En 2013 me ofrecerían ser dj residente de los miércoles y pinchar en el club mensualmente.
¿Has notado cambios en Watergate desde que empezaste como dj residente?
Todos los clubes de la ciudad han ido evolucionando, en parte de debido al crecimiento del turismo.
De hecho, yo soy uno de esos turistas…
¡Y os queremos aquí!
Watergate, en concreto, fue el primer club al que fui, ¿cómo planteas las sesiones como residente?
Varían mucho en función de la hora y el estilo de la noche. Quizás hago un warm up en la sala principal o puede que pinche en la otra sala. Puede ser que pinche el jueves o que sea los miércoles, o incluso un fin de semana.
Aunque quizás su gusto sea ecléctico, muchos artistas se centran en un género concreto. Otros suelen pinchar con un registro más amplio de estilos, algo que, según creo, tú siempre has querido conservar. Es decir, como dj has querido mantener la diversidad en tu maleta.
Eso puede tener aspectos positivos y negativos, porque siempre me asociarán con sonidos y trabajos que no son solo míos, sino de otros. Sin embargo, cuando empecé a pinchar en Watergate me importaba mucho entrar en la sensación de formar parte de otro equipo, entrar a sentirme parte de la familia. Soy del tipo de persona que siempre quiere hacerlo todo por sí misma y tener el control de las cosas, pero esa vez era importante para mí trabajar codo a codo con todos. El proceso fue muy estimulante y divertido: como residente pasas a conocer el lugar al detalle, tanto el público como el equipo de sonido.
¿Con qué djs y artistas de Watergate tuviste especial conexión al iniciar tu residencia?
Marco Resmann fue el primero que conocí. Eso sería antes de empezar la residencia de los jueves, en la que estaríamos los dos, coincidimos en el shooting para el evento.
La noche se llamaría Thursdate y era la primera vez que Watergate abriría los jueves solo durante los meses de verano. La relación con los artistas de Watergate sigue siendo muy buena. Sin ir más lejos, este verano pasado hicimos con varios residentes la gira de los 15 años de Watergate por Brasil. La experiencia ha sido impresionante.
Por lo que he podido hablar con otros artistas, es un gran momento para la música electrónica, tanto en Brasil como en todo América Latina. Generalizando un poco, creo que la percepción del público respecto a la música en sí es más intensa que en Europa.
Totalmente. Además, es un público muy abierto, cálido y receptivo; está ávido por escuchar música electrónica. Es muy agradecido pinchar allí.
Situándonos en Barcelona, ¿cuándo fue la primera vez que pinchaste en la ciudad?
Fue hace bastantes años, en una fiesta Off Week, en NITSA, si no recuerdo mal. Es una ciudad que me encanta. A lo largo de los años, he pinchado en Barcelona bastante veces. Es gracioso, hace muy poco uno de mis hermanos se acaba de mudar a la ciudad con su familia. Cuando me mudé a Berlín, Barcelona era la otra opción que me planteaba. Tiene lo mismo que Berlín, y encima el clima es mucho mejor.
Mi perspectiva como residente en la ciudad es que, lamentablemente, hay cosas que Barcelona no tiene en comparación con Berlín, o que quizás tuvo pero las ha perdido o las ha dejado escapar. Hace años me cruce con diversas personas que llegaban a Barcelona desde Berlín porque creían que podía ser el nuevo place to be, pero fueron desapareciendo hacia otros lugares un poco decepcionados.
Creo que ahora vuelve a ser un momento en el que la gente se mueve para Barcelona, en mi propio entorno hay más gente que lo ha hecho. Existe la sensación un poco pesada de que todo el mundo está en Berlín, de que la ciudad está un poco saturada… ¡y encima ahora llega el invierno!
Donde Barcelona deja mucho que desear, y hablo a nivel personal, es en relación a las libertades que tienes como clubber: hay exceso de seguridad y pocos modales, limitación de horarios y los precios son abusivos. La cultura de la música electrónica es algo que no ha acabado cuajando de forma libre con otros ámbitos de la sociedad y menos en el terreno político de los últimos años.
Berlín en este aspecto es un lugar prácticamente único. De ahí que se haya convertido en el destino número uno del turismo de clubes. Sin duda, en todos estos aspectos es diferente. Comparándola también con Ibiza, donde he tenido una residencia este verano, en la isla los horarios están muy regulados. Cuando todo cierra siguen abiertos algunos afters, pero hay que estar luchando constantemente para mantenerlos o para que no cierren las fiestas. A pesar de ello, es genial haber pasado el verano en la isla pinchando, una cosa no quita la otra.
Dejando las comparaciones y regresando a tu música, ¿qué releases recientes has sacado que hayan sido especialmente importantes para ti?
He hecho un remix para Sasha del track Trigonometry. Con él ya he pinchado varias veces y en verano me invitó a Resistance en Ibiza, noche de la que fue residente junto a John Digweed. Cassy hizo el otro remix del EP de Sasha, del track Gameovr. El disco lo editó Watergate Records. También sacaré el track Femton en la caja de edición limitada del 15 aniversario de Watergate, con tracks de los residentes y artistas cercanos al club durante toda su historia. En noviembre sacaré otro tema con el sello del club, Fifty.
Algo importante para mí también es el EP que ha salido este mes en mi sello Power Plant: se llama Right Behind You. Las vocales son de Lula y eso me hace especial ilusión. Fue divertido cómo llegué a descubrir su voz en uno de mis temas históricos favoritos, Read My Lips de Danny Tenaglia. Fue por eso que le pedí si quería colaborar. Nos lo pasamos genial haciéndolo. El tema tiene dos remixes, uno de Francesca Lombardo y el otro de Justin Massei.