• El techno de la última década en España pasa por el estudio de Tadeo (Miguel Sar) y sus recitales electrónicos en la pista de baile. Este domingo defiende la noche en el madrileño Cassette Club. • Fundador de los sellos Cyclical Tracks, NET28 y Another Intelligence, acaba de estrenar el álbum Chronicles Of The Future en el sello de Psyk (Non Series), artista con el que también comparte escenario con el dúo Versions.
Empezamos la conversación al revés, en vez de preguntarle acerca de cómo le iban las cosas por España, o Europa, le pregunté acerca de sus experiencias fuera de nuestro continente. Tadeo respondió que había pinchado en Japón y que, por ahora, no habían surgido otras ocasiones fuera de Europa.
Artistas como Thomas Fehlmann (The Orb) hablan maravillas de Japón y cómo son sus seguidores japoneses, ¿cómo fue tu experiencia en el país?
Valoran mucho la música, incluso más allá del estilo que sea o incluso del artista en sí. En Tokio, puedes dar vueltas por las tiendas de discos y encontrarte cosas que no verás en ningún otro lugar. Y no es que sean cosas exclusivas para Japón, que también las hay, sino que son muy fanáticos e intentan cuidarlo mucho, ya seab las fiestas o las tiendas. Creo que debería ser así en todas partes.
Quizás en Europa estamos muy mal acostumbrados, tenemos una oferta tan amplia de clubes y festivales que lo damos más por sentado, como si fuese lo habitual y no algo de mucho valor.
También son necesidades diferentes. Aquí, en Europa, tenemos casas relativamente grandes y nos encontramos con los amigos al salir del trabajo, mientras que ahí no hay nada de eso. La gente sale de trabajar y se va a su casa, que es una habitación. Consumen mucho, pero no tienen espacio, así que compran y venden continuamente. Al vivir en este tipo de ciclos, cuando salen lo aprovechan al máximo para conseguir evadirse.
Es interesante que lo plantees desde el lado de la necesidad. No es lo mismo salir por salir que salir deseándolo toda la semana o salir para ver a un artista en concreto. Del mismo modo que no es lo mismo producir por las buenas que producir porque tienes un proyecto o porque has probado mucho antes de montarte un estudio.
Sí, es cierto que la necesidad hace que las cosas sean buenas. Tienes razón en que ahora es mucho más fácil acceder a hacer música, por ejemplo. Una cosa es que puedas hacerla y la otra es que necesites hacerla. Si necesitas a hacerla vas a ser constante, porque si no lo haces, ¿qué vas hacer? ¡Lo necesitas! Posiblemente serás también muy autocrítico con lo que haces. Por eso, al escuchar a nuevos artistas, notas cuando lo está haciendo “de verdad” o lo está haciendo por hacer algo, aunque el resultado pueda ser bueno en ambos casos.
Parece que ahora es muy fácil hacer que un tema electrónico suene bien para parecerte a un estilo en concreto y de moda, ya sea techno o deep house. Pero una cosa es hacer un track resultón y la otra es hacer algo original o que pretenda aportar algo nuevo. En tu caso, como en el de otros artistas que llevan tiempo produciendo y pinchando, creo que es la constancia lo que te ha llevado a ser reconocido de manera singular y por tu propio sonido. A principios de año, sin ir más lejos, sacaste el álbum en Non Series Chronicles Of The Future ¿cómo valoras tu momento actual en cuanto a producción y en cuanto a tu trabajo como dj?
No me detengo a planteármelo, la verdad. Las cosas suceden según las necesidades del momento. Quizás hace tres años no hubiese hecho un álbum como el de ahora, porque estaba desarrollando un sonido con el que me sentía satisfecho. No sería hasta tiempo después que me vería un poco cansado y con ganas de hacer algo nuevo. Ahí me puse a investigar otras formas de composición y otros sonidos. Estos giros nunca son pretendidos, vienen solos.
De todos modos, no todos los artistas saben o pueden hacer esos giros en su producción o en sus planteamientos cuando quieren o lo necesitan. No siempre es fácil darte cuenta de que te estás estancando ni tampoco encontrar la manera de cambiar para volver a sentirte a gusto con tus producciones.
En mi caso, los cambios que he hecho realmente los necesitaba. Por otro lado, en la ecuación de la producción también entra si al público le gustará o no. Yo suelo obviar ese factor, no pienso en qué se dirá a la hora de ponerme a producir.
En el campo de la electrónica (como en cualquier otro género musical o disciplina artística), el público y la crítica pueden no entender a un artista y dejarle de lado pero, paradójicamente, reconsiderarlo tiempo después y ver su trabajo como brutal de manera retrospectiva.
Me interesa más aquello que sigue estando ahí con el paso del tiempo. En el lado contrario, tienes lo que es el producto de consumo. Hacer lo que está de moda en cada momento. A nivel musical, es pan para hoy y hambre para mañana. Intento plantear mis trabajos de manera que dentro de unos años sigan teniendo el mismo valor que al principio.
Chronicles Of The Future, por ejemplo, ¿lo concebiste inicialmente como un álbum entero o lo fuiste creando con temas que ibas produciendo sin conexión aparente?
Primero escribí un guión y luego pasé directamente a producir los temas basándome en él. La ventaja de plantearlo de este modo es que puedes trabajar en diversos temas sin perder el enfoque de cada uno. Si estás trabajando en un tema pero te saturas o quieres dejarlo parado y ponerte con otro puede que cuando quieras retomarlo estés “intoxicado” por el nuevo track y pierdas el planteamiento original. Al tener el guión me era fácil mantener el enfoque y seguir produciendo en el punto en el que me había quedado.
En Chronicle Of The Future, fui escribiendo un poco de cada tema y así construí un sonido global. Elegía los sonidos para cada tema y hacía las variaciones entre ellos. Fue como llenar un tablón de notas y de todas ellas saliese la historia que quería contar. Es la primera vez que trabajaba así y voy a seguir haciéndolo, es muy simple.
Quizás te resultó fácil, pero hay productores que no podrían trabajar de ese modo porque para ello necesitas tener una historia que contar. Algunos productores crean pensando más en el uso o la función de las canciones en vez de plantearlas inicialmente desde el lado de lo que transmiten, es decir, piensan cosas tipo “haré tres o cuatro temas fáciles para la pista, dos melódicos y lentos y alguno más oscuro que suene bien en los clubes”. De este modo, hay álbumes que parecen más un conjunto de anécdotas ingeniosas y momentos interesantes y no un relato que transmite algo tanto en sus partes como en la totalidad.
Es muy cinemático. Si alguien tiene que hacer una banda sonora para una película, lo que tiene que hacer es crear en función de la sucesión de las imágenes que le vienen dadas, y en cada ocasión potenciar lo que quieren decir a través de las canciones. Mi trabajo fue algo similar, aunque haya temas de los que llegase a hacer dos o tres versiones. Al ver cómo avanzaba el álbum, si veía que hacía falta relajarlo un poco, cambiaba esa versión del tema por una más tranquila, para mantener un balance. Sí que hay temas para la pista, pero están vinculados a los momentos en los que la historia coge fuerza. No quería hacer un álbum que te saturase al tercer o cuarto tema, ni tampoco que te dejase demasiado aplatanado al terminarlo, me interesaba que estuviese equilibrado de principio a fin.
Además de con Psyk, por ser el dueño del sello en el que ha salido Chronicles of the future, ibas compartiendo el material que sacabas del estudio con otros artistas para recibir opiniones diferentes?
No, no se lo mandé a nadie. Psyk era la única persona a la que se lo mandaba, al producirlo en su sello me interesaba ver hasta qué punto lo que estaba haciendo se encontraba dentro del enfoque que él tiene de Non Series. Es importante tener en cuenta que no produces para tu propio sello.
Con Psyk tenéis también el proyecto conjunto Versions, un dúo para pinchar en directo que debutó a finales de 2015. Vuestra relación a nivel creativo me parece bastante singular dentro del techno: existen pocos djs y productores que editen constantemente referencias en sellos tanto de aquí como internacionales, con giras regulares que pasan por los templos berlineses y, paralelamente, que pinchen juntos y uno produzca en el sello del otro (ya no un tema o un remix, sino un álbum completo).
A veces intentas hacer un tema o un proyecto con alguien y ves que a nivel de implicación no se cumplen las expectativas, o que no funciona por desidia o porque se diluye con el tiempo. Con Psyk, sencillamente ha funcionado desde el primer momento con naturalidad y por eso hemos seguido trabajando juntos . Por ahora nos va bien a los dos y nos sigue gustando, nos entendemos tanto en el estudio como pinchando. Igual tenía que ser así, y punto. No hicimos ningún plan ni dijimos lo que querríamos hacer más adelante. Los dos coincidimos en que somos muy constantes y en que no paramos hasta no lograr lo que nos proponemos. Ahora estamos haciendo unos temas para un lanzamiento de tres discos que sacaremos este año con el proyecto de Versions. Llevamos ya algunos meses trabajando en varios temas y, si hay algo que no nos termina de gustar, directamente lo paramos y hacemos otro, y luego otro, y seguimos hasta que no estamos satisfechos. Somos muy sinceros el uno con el otro y hablamos sin rodeos de lo que nos parece el trabajo del otro. Somos los dos muy duros y eso también hace que nos entendamos.
¿Qué crees que aporta Psyk al proyecto Versions y lo que aportas tú?
Psyk está más enfocado a la pista y yo trabajo de una manera más introspectiva. La parte del ritmo y el bajo se la dejo a él y yo hago la parte de los arreglos, sintetizadores o cuerdas, por ejemplo. Nos repartimos las tareas y durante el proceso no nos interferimos entre los dos. Si luego coincidimos y la conexión inicial ha funcionado, tiramos adelante. Si falla algo, o bien lo cambiamos, o bien lo lanzamos a la papelera. A veces hemos probado a cambiarnos los papeles y el resultado no ha sido malo, pero tampoco suficiente para publicarlo. Este cambio de roles es curioso y puede ser un buen paso para entender mejor la parte del otro. Lo que nunca hacemos es dejar nada al azar o ir probando cosas por probar, en plan “a ver qué pasa”. En cuanto a los directos, por ahora estamos pinchando en formato Back To Back y seguiremos así hasta que tengamos el directo preparado, quizás a finales del verano. Pinchamos con un orden básico, cada uno pone dos temas. ¿Qué se conjuga ahí? Psyk dedica más tiempo a las mezclas y es más progresivo en los cambios, por ejemplo. Poco a poco fui viendo que yo dejo entrever los temas porque hago cambios más rápidos y, por eso, cuando le toca poner las canciones él se lo dejo para que lo pille con ganas y pueda desarrollar las pistas. El público responde bien, nosotros estamos a gusto entre nosotros y creo que hemos alcanzado un balance muy bueno. La mayoría de veces ha funcionado bien, solo en un par de ocasiones o tres hemos dicho, “esto que has puesto no funciona!”. Pero no pasa nada, hay que probarlo, nos reímos y seguimos por otro lado.
Habrá habido algunas ocasiones en las que no todo te ha salido tan bien o que no lo has podido resolver con esa naturalidad, ¿quizás te ocurría en alguna otra época?
Te ocurre principalmente en los inicios, por falta de experiencia, cuando no conoces bien el terreno. Pero son justamente esos fallos los que te darán la experiencia, y si no fallas al empezar cometerás los fallos más adelante. Recuerdo que hace unos meses estaba con Psyk haciendo un Versions y él, sin querer, quitó un disco que yo estaba poniendo y la sala se quedó sin música. Le miré y le dije, “¿qué has hecho?”, y luego pensé “da igual”. Mientras la gente silbaba, tranquilamente volví a poner el tema y seguí como si no hubiese pasado nada. Si te pones nervioso y pierdes la concentración ya no sabes cómo seguir.
Ahí se notó la confianza que tenéis entre los dos. La complicidad en vez de la bronca.
Claro, ¡no pasa nada! Te miras, te ríes y lo arreglas. Hablé con el técnico de sonido y le dije que no había toma de sonido y él me dijo que no había hecho nada, miré la mesa y no había señal y dije “no ha sido el técnico, ha sido Psyk”. Puse el CD de nuevo y no fueron ni treinta segundos entre todo. Esta tranquilidad la aprendes porque te ha ocurrido en los inicios, cuando cometías un fallo así y no sabías dónde meterte.
Hablando de tus inicios, ¿cómo fue tu entrada en el techno?, ¿llegaste a través de otros géneros o sonidos o partiste del techno desde un principio?
Empecé por el techno, directamente. En los noventa aparecieron aquí por primera vez discos con ese sonido y no sabías ni qué nombre tenían cuando los comprabas en la tienda.
La gente que tenías ese momento a tu alrededor, en Madrid, ¿qué opinaba de esa música?
Me decían que qué era esa música “rara”, que era música para drogados. No lo entendían. Yo tampoco podía calificarla ni explicarla, sencillamente había cosas que me gustaban y las compraba. No sabía qué era el techno ni el house, pero me gustaba. Con el tiempo iría aprendiendo acerca de todo ello, aunque no recuerdo el momento exacto en el que despertó mi interés. Puede que hubiese visto algún videoclip de Kraftwerk o Evangelist en los ochenta y me atrajese su sonido, sin relacionarlo con nada. En mi caso, el interés por la electrónica no lo marcaron un artista o disco en concreto. Los sonidos sintéticos me atraían, pero no sabía ni de dónde salían, quién los hacía ni cómo se producían.
Este desconocimiento me recuerda, salvando las distancias, al que cuentan en Der Klang Der Famille los que impulsaron el techno en Berlín. Muchos de los entrevistados en el libro reconocen que, a veces, no eran conscientes de algunas cosas que hacían o de por qué las hacían. Creo que eso rompe la visión idealizada de que el movimiento techno tuvo un sentido y una dirección definidas desde el minuto cero, cuando no fue así.
Aquí, en los ochenta, igual veías un rapero en la tele pinchando con los dos platos y un mezclador (que no sabías ni que se llamaba mezclador), o un reportaje de la Ruta Valenciana en el que salía un tipo pinchando y decías “¡cómo la lía!”, y este era el quid de la cuestión, que te quedabas con esa idea. Luego, si pasabas por una tienda de discos y veías que ahí tenían un tocadiscos, preguntabas cómo funcionaba y, si el de la tienda era un buen tío, te lo explicaba. Poco a poco, las cosas coinciden y las vas uniendo hasta que finalmente tiras por ahí. En los inicios y a mediados de los noventa, no había internet y apenas encontrabas publicaciones. Puede que tuvieses un club cerca de casa, y al llegar a la edad de poder entrar te pasabas una noche y decías “me gusta el sitio, ¡pero la música no!”. Finalmente, te buscas la vida para hacerte con un par de platos y un mezclador.
En ese momento, ¿encontraste alguna conexión con Barcelona? A veces, si nos basamos en los medios, además de Valencia, parece que Madrid tuvo su gran época en los ochenta y Barcelona en los noventa, pero se habla menos del vínculo que existió entre ambas ciudades en cada etapa.
Es cierto que en Madrid hubo resaca después de los ochenta. Pero, igualmente, hubo clubes que programaban techno, como Voltereta o RKO, y se hacían fiestas que se alargaban todo el fin de semana. Lo que ocurre es que todo ello carecía de repercusión. En cambio, yo sí me me enteraba de lo que ocurría en Barcelona. Allí había magazines que apoyaban ese movimiento mientras que, en Madrid, no los había. Creo que el circuito de clubes era parecido en ambas ciudades, pero el cansancio de Madrid tras la Movida desplazó el foco hacia Barcelona y ahí necesitaban darlo a conocer porque en la década anterior no habían tenido algo parecido a la Movida. En los años dosmil también llegó el cansancio a Barcelona. Aparte del Sónar, ¿qué había? Y, en Madrid, ¡más de lo mismo!
Fue una travesía del desierto.
Cuando esa generación se cansó, cambió de estilo de vida o no tuvo la necesidad de salir, se desinfló todo lo que habían construído.
A raíz de los cambios generacionales, me ocurre con frecuencia que, al hablar con gente que pasa la treintena, comentan en tono autosuficiente “yo, es que ya no salgo”. En España ves poca gente de más de cuarenta años saliendo en los clubes en los que suena techno. En cambio, ves una euforia descontrolada de los que tienen veinte y salen como si no hubiese un mañana. Paralelamente, en otros lugares de Europa es frecuente que la media de edad en los clubes sea mucho mayor, y que las diferencias se entiendan de una manera no exclusiva.
Me parece que eso tiene que ver con las horas de sol del país en el que residas. Aquí, durante casi todo el año, se hace de día a las seis y tienes una diversidad de cosas por hacer. Ahora, piensa en Alemania. Nos encontramos con una situación parecida a la que comentábamos al inicio respecto a Japón y a cómo valora cada uno las cosas. Si tienes sol casi todo el día y ya tienes una edad, ¿no preferirás la mayoría de las veces ir a tomar unas cervezas en vez de ir a un club?
Entrevista publicada originalmente en eldiario.es