El encuentro con Dave DK tuvo lugar en la veranda del emblemático bar Ankerklause, en la concurrida calle berlinesa Kottbusser Damm, un soleado viernes de finales de abril en el que la vida se volcó con el buen tiempo en la calle. Dave, que forjó sus primeros años como Dj siendo residente de Tresor, y luego de Panorama Bar, vive ahora en Hamburgo y pasó el fin de semana en la capital para pinchar en Ritter Butzke.
Imagino que Val Maira, tu nuevo álbum, lo habrás producido en gran parte en Hamburgo y viajando de vez en cuando a la sede de Kompakt en Colonia. No quiero que suene tópico ni ñoño pero me ha parecido muy sensible y delicado. Me refiero a sensible por la sofisticación y complejidad de sonidos y elementos que configuran las canciones, como si lo determinante fuesen más los detalles que la estructura base, cosa que no siempre es así. En cuanto a la sensibilidad, en el plano emocional, me ha parecido estimulante que no se recree en un sentimiento concreto de manera monótona, sino que la melancolía y la tristeza conviven con una euforia contenida, como si jugase en las dos caras de la moneda. ¿Ha sido deliberado no dejarte llevar por un sentimiento en concreto? En cuanto a género queda claro que también optaste por un formato híbrido.
Digamos que el marco general que envuelve el álbum son las “atmósferas” y los grandes espacios. Soy un gran fan de la música ambient, ese era el punto de partida, pero quería combinarla con beats y ritmos regulares. Tampoco quería hacerlo marcadamente house, sino introducir el beat con un background ambient. Intenté hacer collages de varias piezas cortas que había ido haciendo a lo largo de los últimos tres o cuatro años. Luego lo abandoné durante medio año porque no sabía cómo desarrollarlo.
¿Empezaste a trabajar con el álbum y luego lo dejaste?
Estoy constantemente trabajando con varias ideas, algunas de ellas las dejo a medias porque no sé cómo acabarlas en ese momento. A veces puede salir una buena idea y la dejo en reposo durante un tiempo, quizás más adelante podré unirla a otros fragmentos que he ido haciendo mientras tanto. Suelo combinar cosas antiguas con otras recientes y en Val Maira ha sido así. Espacio y ambient son los dos elementos centrales del álbum.
El espacio que nos evoca Val Maira, sin embargo, no es un lugar oscuro.
No, es feliz y melancólico al mismo tiempo. En cada canción intenté combinar los dos sentimientos. Esa incorporación doble en las pistas es, junto a lo que comentaba del concepto de espacio, el otro gran aspecto que quería trabajar.
Tenías la intención de no caer hacia ninguno de los dos lados contrapuestos. ¿Quizás querías no apegarte a un único sentimiento y evitar así la monotonía?
Sería como quedarse entre los dos, en equilibrio. Fue un reto intentarlo. Primero hice un solo track con esa idea, luego dos, y así sucesivamente. Luego verás que hay algunos tracks más lentos y otros de corte pop. El resultado me parece estimulante. Kompakt es un muy buen sello en cuanto a libertad creativa y creo que Val Maira encaja muy bien.
¿Cuál ha sido tu relación con Kompakt? Empezaste a colaborar con ellos sobre 2013, pero posiblemente ya les conocías de antes.
Los conocía desde muchos años atrás. Le mandaba a Michael Mayer mucha música que iba haciendo y me iba respondiendo: «muy bien, es bueno pero suena demasiado a “Berlín”». El próximo año me dijo: «es mejor que lo anterior pero no es todavía “Colonia”». Y después de tres años me dieron el “sí”. Eligieron varios tracks e hicieron el primer EP. El proceso consistió en hacer evolucionar el sonido hasta que cuajó con lo que queríamos. Como decía, conocía a la gente de Kompakt desde hacía tiempo; cuando montaba fiestas en Berlín invitaba a muchos artistas del sello. Desde 1998 hasta 2010 actué muchísimo en la ciudad y pinché, por ejemplo, con Sascha Funke. Hacíamos muchas fiestas juntos porque ambos empezamos más o menos en los mismos años de los noventa. Siempre tuve una conexión con Kompakt, aunque mi propia música no estaba lista para el sello por aquel entonces.
Viviste en Berlín una década vertiginosa. Tú llegaste cuando el boom de artistas como Ellen Allien estaba teniendo lugar. Y estuviste en el siguiente paso de Berlín hasta la consagración como el mayor centro de la electrónica mundial. Media ciudad quedó casi vacía tras la caída del muro y tú fuiste de los que aprovecharon ese momento para ocuparla y ponerse a pinchar.
En los inicios, todavía vivía en las afueras, en el campo. Llegué a la ciudad entre 1995 y 1996. La sensación era fascinante. Después de la reunificación, Berlín fue el lugar perfecto para desarrollar todo tipo de eventos. Antes de instalarme en la capital, salía del colegio e iba para Berlín, pasaba la noche en Tresor y volvía por la mañana al colegio con los amigos, a cien kilómetros de distancia. Había una fiesta en Tresor el miércoles muy famosa, creo que todavía existe: Bonito House Club. Era muy barato entrar, como tres marcos de la época. Tresor fue, sin duda, el club que más frecuenté con diferencia. Después me convertí en residente y estuve pinchando ahí siete años.
¿Cómo pasaste de ser un estudiante fiestero a ser el residente de Tresor?
Siempre admiré y respeté muchísimo el club. Sé que en España también es muy valorado. En los noventa, fue la clave de la escena techno en Berlín. Había una noche que te permitía darte a conocer y empezar si no eras un dj famoso, la New Faces Night. Enviabas cintas en cassette y ellos te llamaban si les gustaba lo que habías mezclado. Envié varias cintas y no me dijeron nada. En 1998 me dijeron que podía pinchar pero finalmente no llegué a hacerlo. Entonces saqué las dos primeras referencias en EP y me llamaron directamente por si quería hacer de residente. Entré a pinchar en la sala Globus, que es la más house, cosa mejor para mí, porque pinchaba techno pero no era muy duro.
¿Cómo cambiaron y evolucionaron tus gustos y tendencias musicales al entrar a pinchar en Tresor y ganarte la vida con la música?
En 1998 vine a Berlín para estudiar derecho, donde estuve dos años mientras seguía haciendo música. Con la residencia en Tresor tuve suficiente para pagar el piso. Dos años después empecé con otra residencia en Panorama Bar, en la ubicación anterior de Ostgut.
Lo cierto es que desconozco la mayor parte de lo que ocurrió en aquella primera etapa, la originaria de Panorama. ¿Cómo fueron aquellos años y qué viviste tú pinchando ahí?
Todo era a escala muy reducida, era un club pequeño y mucho más íntimo. Empezó con una sola sala, y hasta 1998 era gay only. A partir de ahí abrieron también a las chicas y sobre 2001 abrieron la sala Panorama Bar. El club cerraría en 2003 y hasta un año después no empezarían en el lugar actual.
¿Qué gente fue importante en ese momento para ti y para tu relación con la música?
En aquellos tiempos era un grupo de gente muy reducido. Estaba en el círculo de la revista Groove y con vínculos de Frankfurt. En aquel tiempo saqué música con el sello de Frankfurt Raum Musik. Fue un grupo pequeño y nos entendimos muy bien. De hecho, cuando ahora pincho en Panorama Bar todavía tengo esa sensación y ellos mantienen las mismas tradiciones. Al empezar la noche, antes de abrir, todo el equipo y el staff se reúnen para tomar un chupito y para “desearse” una buena noche. Es un detalle que ya tenían en los inicios. Ahora lo que ha cambiado es la extrema profesionalización, todo está mucho más organizado.
Y respecto a tu posterior etapa, ¿cómo ha sido el cambio y cómo funciona Hamburgo a nivel de música electrónica y clubes?
Es la segunda ciudad de Alemania, pero comparada con Berlín es como un pueblo. En Hamburgo tienes un Distrito Rojo con todos los clubes y la vida nocturna, y eso está bien pero no tiene nada que ver con la magnitud de Berlín.
¿Te sientes cómodo en tu nueva ciudad?
Sí. Vivo en un apartamento caótico pero cerca del mar, a tocar del puerto. Es genial vivir delante del océano. Los barcos grandes pasan por un canal delante de mi casa, es impresionante.
Quizás eso tiene que ver con la tranquilidad, la felicidad y también con la melancolía de la que hablábamos en tu álbum Val Maira. Al menos, el mar suele tener varios componentes emocionales contradictorios… Puede sosegarte, por ejemplo, pero también puede abocarte a la soledad.
Puede ser. Cuando me mudé a Hamburgo el año pasado hice un EP para Pampa Records, así que al poco de llegar ya estaba produciendo. Y quizás porque he vivido mucho tiempo en Berlín ahora estoy bien con el cambio. De todos modos, como te decía, he guardado mi apartamento en Berlín.
¿Cómo fueron los primeros viajes y las primeras giras?
Fue muy emocionante. La primera vez que salí de gira fuera del país pinché en China. A raíz de Tresor, les pidieron desde clubes de Beijing y Shanghai si tenían artistas que pudiesen ir a pinchar. Al estar de residente y tener un álbum recién salido, en 2001, decidimos que podía ir.
China, en 2001, estaba en plena época de expansión pero no era el gigante que es ahora. A nivel musical, los clubes de electrónica imagino que no serían ni conocidos ni comerciales. Me pregunto qué público encontraste ahí, ¿una mezcla entre occidentales y chinos que ya habían crecido con vistas a la electrónica internacional?
Fue increíble, como volver a los ochenta o algo así. El sentimiento fue totalmente ‘underground’, en el sentido de que eran espacios muy marginales. Fue brutal.
La segunda vez que regresé a China para pinchar, en 2010, lo encontré todo completamente diferente.
Y en esa primera vez, ¿cómo fueron tus sesiones?
En Beijing pinché de noche en un club muy pequeño, unas dos o tres horas. Y en Shanghai actué en una discoteca muy grande y comercial. Intentaba pinchar mi música, iba probando, pero no tenía material tan comercial como para que el público respondiese bien.
¿Qué vino después de ese viaje iniciático?
Después ya estuve en muchos otros sitios. En Barcelona, por ejemplo, he pinchado en Nitsa, en La Terraza o en el Moog un par de veces. Se notó mucho en España y en algunos países más, cuando la crisis empezó a apretar los clubes. Ya no podían traer a más artistas, no tenían suficiente dinero como para mantener el ritmo anterior. Actualmente, casi cada año pincho en el País Vasco, tengo buenos amigos ahí, del sello Fiakun. Suelo pinchar en Bilbao o por fiestas que organizan por la zona. El País Vasco es mi parte favorita de España. La costa no está muy masificada y hay mucha naturaleza.
Con el nuevo álbum imagino que tendrás ya prevista alguna gira, ¿qué planes tienes para la salida de Val Maira?
Hay algunos eventos organizados, pero tampoco es una locura. La agencia de booking dijo que posiblemente cuando saliese el álbum sería más fácil. Llevaba ocho años sin sacar un álbum, así que el efecto no creo que sea de un día para el otro. Por ahora estoy teniendo buenas reseñas y críticas. Hace nada salió una reseña en The Guardian. Hacía mucho que no sacaban nada de Kompakt. Es bueno porque no solo lo leerá un público especializado sino que será mucho más diverso.
En mis artículos y entrevistas he notado un poco esa reacción diferente según los lectores. Por lo general, en los medios generalistas tienes a gente que te agradece que te hayas currado un artículo hablando de cosas que no conocen y en los especializados entras más en conversaciones y debates concretos en los que el público tiene un cierto conocimiento previo sobre los artistas o el tema en cuestión. Una de las cosas que intento plantearme es para qué público escribo, porque puedes acabar equivocadamente escribiendo algo endogámico y rebuscado para un público que no tiene tanto interés ni ganas de meterse por donde le quieres llevar.
Sí, tienes que plantearte qué es lo que quieres hacer. En mi caso me siento cómodo en este punto medio entre la música de baile y la que suele estar pensada para ser escuchada. He hecho también un esfuerzo en lo que se refiere al artwork. Siempre quise hacer una portada con la artista, es de Reikiavik. Es la hermana del cantante de Sigur Rós. Ha hecho portadas para muchos artistas, como Solee. Me gusta mucho lo que hace y me puse en contacto con ella. Al principio no podía hacerlo y finalmente le envié la música, le gustó y quiso hacerlo. Para mí era importante que la portada y todo en el álbum estuviese cuidado.
Me explicabas al principio que el proceso de producción del álbum ha sido de unos cuatro años.
Sí, unos tres años y medio. Michael me propuso hacer el álbum para Kompakt en enero de 2014. Por aquel entonces ya tenía material e ideas y me puse a trabajarlo para darle el formato de álbum.
Durante el proceso de creación, ¿le ibas mandando lo que ibas haciendo o se lo entregaste todo al final?
Siempre le iba mandando el material por etapas y él me daba su opinión.
A nivel musical, hasta llegar al sonido de Val Maira, delicado y complejo, ¿cómo ha sido tu evolución a través de los géneros y estilos?
Creo que ha habido una maduración. Estuve escuchando mucho a Jon Hopkins, especialmente a sus bandas sonoras para películas. El álbum que hizo dos años atrás fue uno de mis favoritos. Su acercamiento es único, entre experimental, el ruido y la calma, y me interesa mucho, porque de otro modo acabo aburriéndome. Los contrastes me atraen y este tipo de música me inspira.
¿Qué otros artistas han sido importantes para ti y te han influenciado a la hora de producir?
Me gustan mucho Robag Wruhme y Dj Koze. Aphex Twin, desde siempre.
¿Qué te ha parecido su último álbum, Syro?
El álbum en su conjunto me parece bien pero tampoco me acaba de apasionar. Lo que me encanta son todos los tracks que subió con un usuario anónimo, ¡más de cien!. Escuché con calma todo el material que subió ahí después de sacar el álbum y realmente me encantó. Es una de las figuras más fascinantes del mundo de la música, ¿cómo se puede producir tanto? Desapareció durante algo así como diez años y regresa con tanto material que no puedes escucharlo todo en un día entero.
Antes hablábamos de Michael Mayer, ¿qué tipo de influencia ejerció sobre tu música desde que empezaste a producir?
Por supuesto, he sacado algunas ideas de su música, y le respeto mucho como Dj. Ha pasado por muchos estilos diferentes y sus compilaciones y mixes son también muy buenos. De Kompakt, los que más me han marcado han sido Michael, Superpitcher y The Field.
Cuando tenía apenas dieciocho años y Superpitcher y Michael Mayer pinchaban en Barcelona me volvía loco. Ya fuese juntos como Supermayer o por separado pero en la misma noche, me flipaba su música, era como El Evento del Mes. Recuerdo muy bien cuando conocí a Michael personalmente, varios años después. En ese momento ya estaba un poco metido en el periodismo musical, con lo que el acercamiento fue, además de como fan, una nueva posibilidad para conocer más acerca de Kompakt y sus artistas. Mañana pinchas en Ritter Butzke muy bien acompañado, estará Barnt también. ¿Te sientes cómodo pinchando una hora y media o te gusta pinchar sesiones largas?
Cuanto más tiempo, mejor. Dos horas sería lo standard, pero prefiero pinchar tres o cuatro horas. Me gusta desarrollar las sesiones y eso va muy en función de cada tipo de evento. Cuando es una fiesta techno suelo pinchar sonidos de Detroit mezclados con ambient, pero al arrancar elijo cosas más house y frescas, a un ritmo más lento. Me estimula esa sensación del inicio de la noche y el ir presenciando cómo se va levantando el público y entra a bailar. Normalmente, cuando pincho en otros lugares no me dejan hacerlo, pero aquí en Berlín sí puedo pinchar en el inicio y luego volver a hacerlo más cerca del cierre.
Además de la música, ¿a qué otras cosas sueles dedicar tu tiempo?
Hago deporte, especialmente surf. Suelo viajar para surfear a lo largo del año. Voy a España cada año, una o dos veces, al norte. En invierno suelo ir a América del Sur. Este año estuve en Panamá y Colombia y he estado varias veces en Costa Rica, entre un mes y siete semanas.
¿Aprovechas para pinchar en estos viajes?
Si surge la ocasión, sí, aunque eso no ocurre siempre.
¿Qué relación has establecido con América Latina?
Es uno de mis destinos predilectos. Este año estuve por primera vez en Colombia y me sorprendió positivamente. La gente es muy amistosa. No sabía qué esperar, fue un país difícil en los noventa y en cambio ahora no tiene nada que ver, no recibí presiones por ningún lado y me pareció la gente más cariñosa de todo el continente. Donde nunca he estado es en Chile, Argentina ni Bolivia.
Hace no mucho pude hablar con Barem, él es argentino y me estuvo contando cómo fueron las primeras veces que estuvo en Berlín y cómo vivió la explosión del minimal encabezada por Minus y los encuentros que recordaba los domingos al caer la tarde en Club der Visionäere. ¿Qué relación tienes o tuviste con artistas como Magda u otros de Minus?
Estuve en contacto con Magda antes de que ella viniese a vivir a Berlín. Y cuando venía la invitaba a Tresor y a otras fiestas. Pese a tener sonidos diferentes, nuestro vínculo era que ella es polaca y yo soy medio polaco. Era una especie de conexión a través de Polonia, más allá de la música. Con Minus nunca tuve demasiado que ver con la música. Una vez fui a casa de Richie Hawtin porque unos amigos míos que venían de Brasil querían conocerle, eran muy fans, así que fuimos a verle y charlaron con él un rato. Hay muchas historias divertidas en Berlín.
¿Qué hay de una leyenda como Sven Väth?
El sonido de Frankfurt es totalmente diferente al de Berlín. Él vive ahí. Las dos ciudades nunca han llegado a competir pero sí son totalmente distintas. Groove Magazine representaba el sonido de Frankfurt, mientras que De:bug Magazine representaba el sonido de Berlín, más vanguardista.
Estuve en Cocoon Club una vez, me pareció bastante similar al rollo de Ibiza. Un poco hortera y, al ser el Time Warp, mucho guiri bastante zumbado. Sé que cerró hace algunos años, tampoco hace mucho.
Nunca tuve la oportunidad de ir y no sé si me hubiese gustado. A Sven Väth le tengo mucho respeto porque siempre ha dado apoyo a la escena underground, en el sentido de calidad, sin ceder a estilos comerciales.
Respecto a las escenas clásicas de Estados Unidos, Detroit y Chicago, ¿cómo te llegaron a ti ambos sonidos?
Como decía, en los inicios de estar en la ciudad iba muchísimo a Tresor, fue mi primer amor en la ciudad, me enamoré del lugar. Fue uno de los clubes pioneros de la ciudad en invitar a los artistas de Detroit: Kenny Larkin, Blake Baxter, Kevin Saunderson, Juan Atkins, todos los músicos de Detroit pasaron por Tresor a lo largo de los noventa. Luego el club se abrió un poco al Chicago House. Pero sí, mayoritariamente el techno de Detroit fue una de mis mayores influencias.
Lo divertido ahora es que el propietario de Tresor, Dimitri Hegemann, quiere abrir un Tresor en Detroit. Él es una figura clave en la escena berlinesa, tendrá unos sesenta años y es muy carismático. Tiene también varios bares en distintas zonas de Berlín y siempre mueve eventos relacionados con el arte. La cosa es que estuvo visitando varios edificios abandonados en Detroit y quiere “devolver” algo a la ciudad de la que surgieron todos los grandes artistas y que a él le marcó su vida.
Es emocionante pensarlo así, tiene como algo de querer devolver un gesto creyendo en una especie de karma.
En Detroit nunca tuvieron un club como Tresor, tenían el Detroit Music Festival pero poco más. Quizás ahora Dimitri quiere abrir un nuevo club sobreponiéndose a que la ciudad esté jodida.
¿Has estado alguna vez en Detroit? ¿Tienes algún viaje pendiente?
Nunca he estado en Detroit, Chicago ni tampoco Canadá. ¡Los tengo en la lista!
Y en cuanto a nuevos destinos que te llamen la atención o te inspiren para la música electrónica, ¿tienes otros en mente?
Sin duda, la mayoría de las influencias vienen de la conexión Detroit-Tresor, y aquí fueron Kompakt-Colonia (97-98). Recuerdo cuando conseguí el Studio 1, una serie muy famosa de temas de Wolfgang Voigt, muy minimal, el período minimalista de Kompakt. Después vendría la conexión con la escena de Hamburgo, como decíamos es muy pequeña pero sólida. Para mí, Dial Records es uno de los sellos más influyentes. En cuanto a otros países, la relación y los focos de influencia no los tengo tan claros. Por ejemplo, en Japón, la música tiende a ser o bien muy comercial o bien experimental. Quizás para nosotros es más difícil de entender. Ken Ishii y Ryuichi Sakamoto son los dos artistas que tienen más registros y son más abiertos en este sentido.
¿Produjiste algo fuera de la música electrónica?
Nunca he tocado ningún instrumento. Sé hacer algunos acordes pero necesito el ordenador para hacerlo todo. Siempre es un reto que está ahí, pero para mi música no es estrictamente necesario, con un poco de conocimiento de los instrumentos ya puedes hacer lo que quieres. Si lo pienso en distancia, me hubiese gustado aprender a tocar el piano; pro cuando eres un niño muchas veces no quieres saber nada de aprender música. Mis padres fueron muy antiautoritarios, nunca nos obligaron a hacer nada.
Antes de la música, ¿te interesaban otros temas?
La verdad es que no, desde adolescente ya quería hacer fiestas y dedicarme a esto. Aunque he tenido trabajos puntuales y estudié, la música siempre ha sido lo que he querido hacer y me ha ido acompañando toda mi vida.
Entrevista publicada previamente en Beatburguer Magazine.