Inspirado en la filosofía zen de los monasterios nipones, aquí tienes un koan en versión techno para que demuestres tu flow electrónico y ganes 2 abonos para Paral·lel Festival 2017.
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Cuando tenía alrededor de 15 años, solía venir a comer a casa un tipo que, al parecer, pasaba varios meses al año meditando en monasterios zen de Japón. Solía interesarme bastante por sus hazañas pero, haciendo ejemplo de la discreción y la humildad que caracteriza el budismo en general, apenas soltaba prenda o alardeaba de sus experiencias y conocimientos.
Sin embargo, tras mucho insistir, un día en el que estaba especialmente distendido y contento, me lanzó un koan, esa pregunta que los maestros hacen a sus discípulos para comprobar si han alcanzado o no la autorrealización. Los koans suelen ser preguntas aparentemente sin sentido, que desafían al hemisferio izquierdo del cerebro en especial y, en particular, a nuestra mentalidad occidental, obsesionada con encontrar causas, efectos y justificaciones en todo aquello que acontece tanto en la vida de cada uno como a nivel social, económico y político.
En cuanto al koan, la pregunta que me lanzó es:
«¿De dónde viene el sonido de las campanas?»
Bueno, en aquellos años mozos no supe exactamente qué responder. Exacto, lo habéis adivinado, estaba lejos de alcanzar la iluminación, de ser un ser cuyo ego no fuese más que un cable desconectado en medio de su complejo, equilibrado y diáfano sistema neuronal. Cierto es que, con los años, tampoco he alcanzado un grado superior de consciencia, pero lo de ser un personaje etéreo, festivo y con pocas horas de sueño siempre es una ayuda a la hora de atravesar ciertas fronteras físico-mental-espirituales. O la frondosidad de los bosques que rodean nuestros atormentados sentimientos más profundos.
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¿Alguien ha dicho bosques? ¿Alguien ha respondido al koan mostrando su estado superior de realización? ¿Alguien ha dicho techno? Vale, no. Pero, dispuestos a cruzar fronteras, una vez más, entre lo real y lo ficticio, digamos que sí. Empecemos por responder a ese misterioso koan, cuya respuesta ya os avanzo que no es ni del este, del oeste, del campanario o de los altavoces de la iglesia venida a menos que graba en casete las campanas porque la real está demasiado hecha polvo. La respuesta es, ahí lo de dejo, nang, nang, nang, o cualquier onomatopeya aceptada como el sonido mismo de las campanas. Si te preguntas por qué es así, lo respondo fácil y en plan top: ¿qué son las campanas? ¿qué son el concepto “lejos”, “cerca”, “izquierda” o “derecha”? ¡Son fuckin construcciones mentales, bros! ¿Acaso el sonido que haces con tu boca no puede ser casi casi como una imitación orgánica del una campana? De hecho, ¿acaso no son ambos sencillamente “sonidos”, y punto?
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