La primera vez que escuché hablar de él intuí que se trataba de alguien con un áurea singular. Porque rápidamente me comentaron que era el residente de Berghain y que su techno, forjado a lo largo de maratonianas sesiones en el club, tenía una textura y una intensidad cuya pureza solo podía haber salido de un club de esas características, quizás el único. Ben Klock y Berghain son dos palabras casi, casi sinónimas, y cuando le mencioné el tema lo recibió con naturalidad, la de aquel que ya ha hablado varias veces acerca de ello y que, al ser preguntado de nuevo, se siente como en su casa. Literalmente.

El techno no es algo oscuro ni depresivo. En los noventa, cuando se estableció con fuerza en Berlín, fue un sonido esencialmente positivo. La gente realmente creía en algo. También la música era bastante melódica, como los sonidos de Detroit. Sí es cierto que ahora estamos en una “era” con sonidos más oscuros; mi propósito, no obstante, siempre ha sido introducir algo de luz en el technoBEN KLOCK

Hará ya más de dos años que sigo a Ben Klock. Le pude ver en Berghain y en Razzmatazz hace muy poco. Pero lo más chocante que me ha ocurrido con él es poder entrevistarle sin prisas a través de Skype. Ben Klock petándolo en Berlín, yo sobreviviendo en Barcelona. Todas las anécdotas de la gente que leyó y comentó la entrevista en su momento se centran en una cosa graciosa: el masaje que se pega los lunes después de haber estado todo el finde de gira, con hasta cuatro sets en dos o tres días. Las palizas que se pega el dueño de Klockworks en los platos son tan monumentales como el club que le vio crecer y en el que forjó su techno que ahora sí lo peta más allá de la frontera psicológica del Berlín Techno City.

Ben Klock «Que la gente me asocie con Berghain es un honor»

—¿Me encuentras? ¿Al Ben Klock real? —Me pregunta el mismo Ben Klock real por teléfono.

Tras descartar distintos alias encuentro al Ben Klock de verdad conectado. Respiro hondo y le llamo vía internet, hemos acordado el encuentro a las 17h y he estado pendiente de ello todo el día. Mientras los tonos de llamada se suceden, reviso algunos apuntes que he tomado para la entrevista y busco un estado mental de concentración parecido al que uno siente al superar el control de seguridad del templo en el que el Dj berlinés ha curtido su carrera musical, Berghain. Mi llamada es atendida desde Berlín, un día antes de que Ben Klock viaje a Barcelona para ofrecer un set de 3 horas en la emblemática sala The Loft, en Razzmatazz. Benditas sean sus visitas electrónicas a la ciudad y santificada la inmejorable ocasión que tengo para poder charlar con él distendidamente, aunque sea desde la distancia.

—¡Hola! —saluda Ben en castellano, dejándome algo desconcertado.

Me presento muy brevemente y, sin más preámbulos, le lanzo la primera pregunta.

Vanity Dust: El techno, a día de hoy, parece estar más desarrollado que nunca. Tú mismo viste emerger en Berlín una escena electrónica libre y con un potencial enorme hace ya más de veinte años. Según creo, tenías unos 18 años cuando cayó el muro en el 89. Más de dos décadas después, el techno se conserva puro y oscuro, incluso más refinado y sofisticado. ¿Sigue, pues, teniendo mucho que decir? ¿Cómo se vive este particular momento en tu ciudad, Berlín?

Ben Klock: El techno no es algo oscuro ni depresivo. En los noventa, cuando se estableció con fuerza en Berlín, fue un sonido esencialmente positivo. La gente realmente creía en algo. También la música era bastante melódica, como los sonidos de Detroit. Sí es cierto que ahora estamos en una “era” con sonidos más oscuros; mi propósito, no obstante, siempre ha sido introducir algo de luz en el techno.

Respecto a Berlín y su historia, la ciudad siempre ha sido una isla si la comparamos con otras ciudades como Nueva York o el resto de Estados Unidos. Las energías en Berlín a día de hoy son positivas. En la ciudad vive mucha gente joven y se respira movimiento artístico. Hay gente intentando hacer cosas y que no necesita tampoco mucho dinero para vivir. Además de buenas vibraciones, como decías, sigue habiendo una atmósfera de libertad.

Una de las sesiones más icónicas que han trascendido de Berghain, y sin duda también de Ben Klock.

Cuando escucho tus sesiones, por ejemplo, tengo esa sensación de liberación, de poder traspasar ciertas fronteras más allá de las presiones del día a día y del estrés que se respira a nivel social. ¿Qué piensas respecto al techno como un lenguaje capaz alejarse del “ruido” diario que nos rodea?

En lugares como Berghain puedes transportarte y sumergirte en otros mundos. Sitios así son realmente valiosos. La forma en que el sonido se desarrolla es como yo lo entiendo: te plantea un viaje largo, hipnótico. Realmente penetra debajo de tu piel. No se trata solo de levantar los brazos y decir “¡fiesta!”. Por supuesto que la fiesta es parte de ello, y está bien, pero hay mucho más que eso y creo que tiene mayor profundidad.

¿Cómo encontraste tu forma de expresarte en Berghain? ¿Cuándo sentiste que ese era el lugar en el que querías estar y en el que mejor podías ofrecer tu trabajo?

Fue un proceso lento. Por aquel entonces comenzaba a estar bastante aburrido de otros tipos de música. Había tocado en bandas y practicaba piano unas ocho u nueve horas al día. Me sentía exhausto y no disfrutaba de la música. Pasé a buscar algo que fuese realmente nuevo, que sintiese que sería “lo próximo”, y el techno era totalmente eso. Los sonidos que ofrecía nunca habían existido antes. Me fascinó esa reducción a sonidos elementales que tenían un gran impacto en tu cuerpo y también el toque hipnótico y profundo. No era algo poppy. De algún modo sentí como si estuviese preparado para adentrarme en ello.

Esta reducción de elementos musicales me recuerda al arte abstracto, que elimina lo reconocible y se fija únicamente en texturas y colores más allá de algo que resulte agradable por el mero hecho de reproducir un paisaje bonito o una persona haciendo algo. Es como salir por la tangente respecto a lo comercial, a lo agradable y previsible a simple vista.

Estoy bastante cansado de la música comercial que está pensada únicamente para tener éxito y sonar en la radio. No tiene un significado real y su finalidad es vender, vender y vender. A pesar de que el techno se ha convertido en una industria de éxito, mantiene un enfoque diferente. Cuando escuchas techno no te importa si suena en la radio o si tendrá éxito próximamente. Y eso se aplica a otros campos más allá del techno. Eso sentí cuando descubrí a artistas como Steve Reich y su focalización en un marco minimalista que busca sacar el máximo dentro del espectro reducido de sonidos que ha elegido. Y en cómo de ahí te centras en una melodía que proyectas en diversas direcciones y luego juegas con esa pequeña parte que tienes. Y el techno va esencialmente sobre eso.

Con Marcel Dettmann has trabajado durante muchos años y junto habéis desarrollado, cada uno con su personalidad, esa línea de techno de la que hablamos. ¿Cómo ha sido vuestra evolución profesional y cómo se forjó el vínculo amistoso que también compartís?

Fue justo durante el comienzo de Berghain, algo nos unió y pronto decidimos hacer también música juntos. Le conocí la primera vez que pinché ahí, justo después de él, un año tras la apertura del club. Nos unieron muchas cosas, desde la arquitectura de Berghain a las ideas o nuestra amistad. Todo eso junto nos dio un impulso clave. En ese momento nuestra música no era especialmente popular, se escuchaba sobretodo tech-house y minimal. Ahí tuvimos nuestra isla que nos permitía creer en lo que hacíamos, en el techno puro. Nuestra relación estuvo basada desde el inicio en algo en lo que realmente creíamos y amábamos, y acabó funcionando.

Ahora es algo diferente porque ya no nos vemos tanto. Viajamos mucho y Marcel también tiene su familia. Pero, por ejemplo, hace algunos días hicimos un B2B en Italia después de mucho tiempo y fue verdaderamente increíble. Pinchar juntos sigue siendo algo que valoramos. Quizás lo hacemos dos o tres veces al año, para mantenerlo como algo especial.

Es inevitable, al hablar contigo acerca de tu trabajo, que la palabra Berghain aparezca en un determinado momento de la conversación. Tu trabajo está muy asociado a la filosofía del lugar. El público que te sigue, aunque sea de fuera de Alemania, lo tiene muy presente. ¿Cómo te sientes asociado con ese vínculo berghainer que te acompaña desde los inicios? 

Tras todos estos años, debo decir que sigo sintiéndome muy bien con ello. No hay para nado malo estar asociado ahí. Sentirse como alguien que “representa” Berghain es un honor. Por supuesto que mi mundo se ha hecho mucho más amplio, aunque todavía recibo preguntas acerca de la política de entrada en el club o los cuartos oscuros. Actualmente hago unas tres o cuatro actuaciones cada fin de semana y únicamente una al mes en Berghain. Pero aún así sigue siendo una fuente de inspiración que necesito.

Actualmente viajas prácticamente cada semana, quizás con mayor intensidad en los últimos dos o tres años. Has pasado de estar muy centrado en una ciudad, Berlín, a recorrer clubes alrededor del mundo. ¿Sigue siendo un estímulo para ti? ¿Te han aportado las giras nuevas perspectivas?

Por supuesto que en ciertos momentos me siento cansado, exhausto. Pero no dejo que esto me supere, me gusta mantenerlo como un reto. De otro no tendría sentido. Cada actuación es algo muy importante para mí. Si no fuese así, lo dejaría. Viajar como Dj sin estar motivado o sin disfrutarlo es un trabajo arduo. Pero si todavía disfrutas y sigues buscando buenas experiencias, manteniendo el impulso, presentando trabajos nuevo y viéndolo como algo valioso, entonces es un trabajo fascinante. En este sentido, depende mucho de la actitud con la que lo encaras. A veces tienes fases de bajón, o quizás algún show en el que no puedes estar al máximo. Pero entonces llegan otros shows que salen genial y piensas “quizás ha sido el mejor que he hecho nunca”. Todavía me ocurre eso.

¿Cómo trabajas tus sesiones y te organizas cuando no estás de gira?

Cuando estoy en casa tengo que ponerme al día con mis asuntos privados. Ahora acabo de cambiarme de piso y ha sido mucho trabajo. Y, a parte de eso, siempre estoy escuchando nueva música, buscando nuevos álbumes, descargando “promos”, trabajo con mi sello…

¿Tienes tu casa como punto de sosiego? ¿Cómo consigues relajarte tras las giras?

Honestamente, mi mejor manera de relajarme tras un fin de semana de gira es un largo masaje. Entre show y show quizás duermes media hora, luego duermes un poco en el avión…Y, cuando llega el lunes, para volver a la tierra, me ayuda mucho un masaje de dos horas. Después de eso vuelvo a ser un ser humano normal.

Hablabas de tu sello, Klockworks, ¿Cómo valoras la trayectoria que ha tenido desde sus inicios cuando publicaste el primer EP en 2006?. Por ejemplo, DVS1 ha producido con Klockworks y su trabajo se ha convertido en un referente muy cotizado dentro del techno, mucho más allá de Berlín. 

El sello fue al principio únicamente mi plataforma. No tenía pensado incorporar a más artistas. Solo cuando escuché el directo de DVS1 pensé, ¡Wow, necesito a este tipo! Me comentaron que DVS1 nunca había publicado nada, y ese fue el momento en que pensé que el sello tenía que cambiar. Ahora disfruto mucho con eso. Escucho todas las demos que recibo y, a veces, cuando encuentro algo interesante o con potencial, me gusta ayudar un poco e implicarme con alguien: “quizás con este tema podrías tirar hacia esa dirección”. Me encanta ir trabajando con el músico por varios sentidos. Me gusta mucho tener una plataforma para nuevos artistas que también lo es al mismo tiempo para Djs más consolidados.

Decías que cuando escuchaste a DVS1 te sorprendió su trabajo por eso decidiste editarlo. A lo largo de tu trayectoria habrás conocido o escuchado a artistas que te han marcado, que supusieron un cambio en tu forma de ver la música, e incluso otros ámbitos de tu vida. ¿Recuerdas o tienes en mente algunos nombres en concreto?

Es complicado elegir quienes han sido. Podría decirte que cuando vi a Jeff Mills por primera vez fue un momento decisivo. A veces, cuando necesito algo de inspiración, escucho a Robert Hood y pienso ¡sí, sigue habiendo luz ahí fuera!. La música muestra la personalidad que hay detrás de cada uno. Por ejemplo, la música de Zak (DVS1) es fascinante. Caben en los dedos de una mano las personas que trabajan únicamente con cinco sonidos y que logran hacer algo genial con ellos.

DVS1 es norteamericano. Aunque podríamos decir que el techno nació en Detroit, el país no se caracteriza por tener una gran escena techno. ¿Cómo han sido tus experiencias cuando has actuado ahí?

Desde el primer momento sentí que era algo diferente. Es una escena muy pequeña. Sigue siendo algo underground y no tan aceptado como en Europa. A veces, en algunos lugares, quizás tienes a 150 personas en el concierto. Son pocos, pero realmente lo aprecian y lo viven muchísimo. Obviamente, depende del lugar en el que actúes. Actualmente en Los Ángeles hay muy buenas fiestas techno.

La situación en Estados Unidos parece una escena totalmente diferente a los grandes festivales de electrónica europeos. Hay muchísimos, y con la cantidad de Djs que presentan en el lineup y lo poco que tienen que ver algunos artistas entre sí se parecen más a un supermercado de la música que a algo genuino. ¿Te sientes cómodo cuando tienes que actuar en estos macroeventos?

Estoy de acuerdo con lo que dices. A veces, honestamente, no entiendo estos festivales en los que los Djs tienen apenas una hora para presentar su trabajo. Mi enfoque viene desde otro ángulo totalmente diferente: “déjalo todo y quédate aquí tanto tiempo como quieras. Vamos a llevar este sitio hacia otro mundo". Y esto no puede ocurrir cuando tienes un circo a tu alrededor. Está bien, pero no es la situación perfecta para que pueda ofrecer todo lo que puedo ofrecer. Lo que tengo que dar funciona mucho mejor en otros ambientes. Por eso hago showcases propios con mi sello. Solo los hago en noches y espacios que me gustan, donde el sonido es bueno y se dan ciertas condiciones idóneas que me permiten estar al máximo.

Chequeo el reloj. Llevamos más de media hora hablando y ha pasado casi tan rápido como uno de sus gigantescos sets en el templo del techno que ha crecido al mismo ritmo que su propia trayectoria como músico. Nos despedimos hasta el día siguiente, momento en el que podré entregarme a su maleta de discos incondicionalmente. Tanto Ben Klock como Berghain son un hito sui generis dentro de la historia de la electrónica. Mientras que la puerta de Berghain es legendaria por lo que cuesta superarla, Ben Klock es justamente lo contrario: accesible y pausado. Si, como él mismo afirma, la música refleja la personalidad de quien la produce, hablando con el músico alemán no queda otra que entender el techno como una música celestial.

Entrevista de Vanity Dust publicada originariamente en Vicious Magazine (2014).

👉🏻
Ben Klock: Soundcloud · RA · Discogs